domingo, 31 de enero de 2016

¿Va a parar alguien el mundo para que te bajes?

¡¡¡¡Paren el mundo, que me quiero bajar!!!! - Mafalda

Creo que estamos de acuerdo en que eso no va a suceder, ¿verdad? Las cosas que nos pasan, que pasan a nuestro alrededor, no van a desaparecer, no van a cambiar (1), nadie puede ofrecernos ningún método que lo consiga. Lo que sí que nos pueden ofrecer son herramientas que nos ayuden a relacionarnos con aquello que nos pasó, nos pasa y nos pasará. Herramientas que nos permitan pasar de ir improvisando nuestra vida a aprender a vivirla.

Os hablaré en estos próximos posts de una de estas herramientas: la consciencia plena. Os explicaré qué es, para qué nos puede servir y cómo entrenarla.

La consciencia plena se conoce también por su nombre en inglés (Mindfulness) y hoy en día está – diría yo – de moda. Nos ha llegado principalmente por la gestión del estrés, ya que es una metodología que se aplica con éxito para su reducción. Pero ésta no es más que una de las múltiples “aplicaciones” o beneficios de entrenar la consciencia plena, diría que ni tan solo es la más importante.

Os dejo un breve vídeo (2) en el que se ilustra de forma muy gráfica una de estas aplicaciones: tener una perspectiva clara de lo que acontece.

https://www.youtube.com/watch?v=8dMiv5B7I0Y

Tal como dice Susan Kaiser “Quisiera que la consciencia plena eliminara todas las cosas malas de la vida, pero no puede. Lo que puede hacer es ayudarnos a clarificar nuestra perspectiva para así poder ver nuestra experiencia interna y externa de forma clara, con amabilidad y compasión hacia nosotros mismos y los demás”.


(1)     Es una forma de hablar ya que lo único constante en esta vida es el cambio J. Me refiero a que las cosas pasan, buenas o malas y que no es posible evitar durante nuestra vida momentos duros, difíciles... Todos vamos a pasar por ellos y eso es la vida.

(2)     Para los que no dominéis el inglés os transcribo el vídeo:

Hola, soy Susan Kaiser Greenland y estoy aquí hoy para hablaros de la claridad de perspectiva con la que todos nacemos.

Tomando la bola: todos nacemos con esta perspectiva, clara y calmada, como el agua en esta bola. Mira, si pongo la bola frente a mí, todavía te veo, ¿puedes verme tú a mí?.  Esta es la perspectiva clara con la que nacemos, que no está nublada por lo que nos pasa en el día a día.

Toma la bola y la agita: pero con el estrés y la tensión que experimentamos diariamente, todos con mucho trabajo, los niños con muchos deberes y actividades… Esto tiende a nublar nuestra perspectiva, ¿lo veis? ¿podéis ver claramente a través de la bola? Podemos ver algo, pero hay todavía cosas ahí que nublan nuestra mente. Así que tomamos tiempo (cierra los ojos), sentimos nuestra respiración, tomamos una pausa y mira lo que pasa. Todas aquellas cosas que nublaban nuestra perspectiva lentamente van depositándose en el fondo. No desaparecen, están todavía allá abajo. No nublan nuestra perspectiva ya.

Y si eso es lo que pasa con el estrés y la tensión del día a día, ¿qué pasa con las emociones negativas? (toma la bola verde)

(Agitando la bola) como la purpurina verde de esta bola, digamos que es ira o envidia o celos o frustración, cosas negativas que nublan mucho nuestra perspectiva, tanto que no podemos ver nada a través. Pero lo mismo es cierto, tomamos tiempo, sentimos nuestra respiración, una pausa, y lo negativo se deposita en el fondo. Ahora (mostrando la bola) ¿han desaparecido las cosas negativas? No, están todavía en el fondo de la bola. Querría que el Mindfulness hiciera desaparecer las cosas negativas de nuestra vida, pero no puede. Pero lo que puede hacer es ayudarnos a tener una perspectiva clara para poder ver nuestras experiencias internas y externas con claridad, con amabilidad y compasión hacia nosotros y hacia los otros.


domingo, 24 de enero de 2016

¿Son diamantes lo que se necesita?

“Sin presión, no hay diamantes” Thomas Carlyle

Cuando Thomas Carlyle escribió esta frase la creencia era que solamente bajo presión se pueden conseguir resultados. La idea es que la insatisfacción, la falta de confort y la angustia nos hacen más productivos. Las personas rendimos más cuando nos presionan, ya sea a través de control, plazos, supervisión, como a través de recompensas, evaluaciones o de la creación de competencia con otros.

Hubo un tiempo en que esta creencia predominaba en campos como la empresa y la educación. Seguramente la mayoría de nosotros en un momento u otro hemos aplicado, nos han aplicado o hemos visto aplicar esta estrategia, y también hemos visto y sentido sus efectos. Hemos visto quizás repunte de resultados rápido, quizás aumento de actividad, y quizás también hemos visto presentismo, desmotivación, individualismo, falta de ideas y de compromiso…

Hoy en día hay suficientes evidencias para reconsiderar este enfoque.

Y ahí entra la pregunta clave: ¿para qué? (intención). Cuando alguien aplica o se aplica presión para obtener resultados lo primero que debe plantearse es ¿qué resultados quiero? ¿para qué estoy aplicando esta presión?. Quizás si solamente necesito un resultado a corto, o si quiero pasar un examen, o cerrar un proyecto ya, o si necesito sacar más unidades de lo que sea mañana, la presión me ayude, pero si quiero aprendizaje, creación, colaboración, sostenibilidad, gestión de la complejidad… quizás no sea la mejor alternativa.

Una vez tenemos claro el resultado que queremos, si hemos desarrollado nuestra capacidad de observar como un científico, sin juicios, solamente queriendo conocer, constatar… (conciencia plena), veremos que no nos vale la misma estrategia siempre, que nos va a depender de las personas, las circunstancias, el tiempo, el momento… y sabremos qué hacer, con quien y cómo conseguirlo.

Y a la hora de qué, del quien y del cómo, nos será básico el conocernos y conocer al otro (autoconocimiento). Cuanto más nos conocemos a nosotros mismos más capaces somos de conocer al otro, y así podemos hacer las cosas de la forma más adecuada.

No es fácil, si fuera fácil, nos bastaría leer el manual y aplicar literalmente. Para llegar a aprender a manejarse, a no ir improvisando, hay que trabajar, hay que ser “trabajista”. Y lo bonito es que no sea fácil, que no sea una receta. Y es bonito porqué esto demuestra la riqueza del ser humano, que no somos números y que no vale lo mismo ni para todos ni en todo momento. Creo que aprender a manejarse en este mundo vale la pena y si me acompañáis en este viaje, cuanto más “lo sudéis” (1) tanto más beneficio encontraréis.



(1)   El “sudar” al que me refiero no es sacrificio, no es esfuerzo visto desde el prisma del “debo”, el “sudar” al que me refiero es el de la ilusión, el del “quiero”. Parece una tontería, pero es un punto clave. He hablado ya de esto en el blog e iré insistiendo por la importancia que tiene.

lunes, 11 de enero de 2016

¿Pesimista, optimista o “trabajista”?

Nada va a funcionar a menos que tú lo hagas” Maya Angelou

Os explico una historia:

Una mujer envía a su hijo al mercado con 10 rupias para comprar una tinaja de aceite. Al volver del mercado, el chico tropieza con tan mala suerte que la tinaja cae y se derrama la mitad del aceite. Totalmente desolado llega a casa llorando y lamentándose “he derramado la mitad del aceite, que desgracia, he derramado la mitad del aceite, que torpe…”. Al día siguiente la mujer envía a su segundo hijo al mercado con 10 rupias para comprar otra tinaja de aceite. Al volver del mercado, el chico tropieza con tan mala suerte que la tinaja cae y se derrama la mitad del aceite. Llega a casa y muy feliz le dice a su madre “madre, he tropezado y, fíjese, logré salvar la mitad del aceite, logré salvar la mitad del aceite, podría haberlo perdido todo y he salvado la mitad del aceite!!!”.  Al día siguiente la mujer envía a su tercer hijo a por aceite. Al volver del mercado, el chico tropieza con tal mala suerte que la tinaja cae y se derrama la mitad del aceite. Al volver del mercado, el chico le dice a su madre “madre, he tropezado y, fíjese, he perdido la mitad del aceite aunque he logrado salvar la otra mitad, bajaré esta tarde al mercado y trabajaré para ganar cinco rupias y así comprar el aceite que he derramado”.

Podemos encarar la vida con actitudes muy diversas, como los protagonistas de esta historia. Os invito a que hagáis el ejercicio de observar qué actitudes son las que predominantemente escogéis en vuestro día a día y en que situaciones o con quien las mostráis.

Es un ejercicio enriquecedor ya que nos permite conocernos mejor (autoconocimiento) utilizando la observación. Recordad que esta observación implica una mirada especial (conciencia plena), tiene que ser hecha desde la curiosidad y la amabilidad, como un científico, sin juicios, solamente queriendo conocer, constatar…

¿Y para qué? (intención) Pues quizás un para qué sería poder elegir de forma consciente la actitud que en cada momento y situación más nos acerca a la vida que deseamos vivir.

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