Estrés
es un vocablo muy manido. Lo utilizamos muy a menudo y lo asociamos fácilmente
a cosas negativas. Pero existe una visión del estrés que nos ayuda, y es
importante que la sepamos utilizar.
Siempre
se ha dicho que valiente no es quien no tiene miedo, sino quien no deja que ese
miedo lo aparte de aquello que quiere hacer. El valiente detecta su miedo, lo
evalúa, lo reconduce, y lo utiliza para actuar. La gestión del estrés viene a
ser lo mismo: identificarlo, evaluarlo y reconducirlo para actuar.
Tanto
al héroe como a nosotros, nos sobreviene el miedo o el estrés cuando algo que
nos importa está en juego. El héroe teme por su integridad física, nosotros nos
estresamos ante una primera cita, una entrevista de trabajo, un cambio en la
empresa, una charla en público, … pero todos tenemos la opción de poder decidir
qué hacemos.
El
primer paso para gestionar el estrés es ser capaz de verlo (1) como:
1.- Un aviso: ahí, en lo que está pasando,
hay algo que me importa.
2.- Una puesta en alerta de mi cuerpo: mi
cuerpo se organiza para poner a mi disposición energía para actuar.
El
estrés que nos provoca una primera cita es, en su inicio, fisiológicamente
similar al estrés que nos provoca tener que hablar en público (2). En ambos
casos hay algo en juego, ahí está el aviso, ahí está la puesta en alerta del cuerpo
y ahí está la necesidad de actuar. Pero hay algo que los diferencia en la
mayoría de los casos: la primera cita la afrontamos con ilusión, mientras que
la charla en público nos da pánico (3).
¿Y si
pudiéramos cambiar la forma en que afrontamos las situaciones en las que algo
importante para nosotros está en juego? ¿Y si pudiéramos, hasta cierto punto,
transformar la emoción para que ayude a que nuestro comportamiento sea el
adecuado para el reto que se nos presenta?
Esta
transformación es un poco más complicada que el mero hecho de decidirlo, pero,
como en todos los procesos, podemos dividirla en pedazos más manejables. Ahí te
listo dos de estos pedazos:
-Si
sabemos qué es lo que nos importa, nos será más fácil prepararnos para
reconducir las situaciones que afecten a lo que nos importa.
-Si
sabemos reconocer las señales fisiológicas en el momento en que nacen, podremos
estar preparados para utilizar esa energía y reconducirla hacia la acción que
queremos.
Aprovecha
ahora a entrenar cómo lo gestionas. Si esperas a estar en una situación que
tira mucho de ti, te será más difícil encontrar el tiempo y la energía para
entrenarlo.
(1) Fíjate
que lo que llamamos “estar estresado” implica siempre unas sensaciones
corporales que, si estás atento, verás que son muy standard: se nos acelera el
corazón, la respiración, nos tensamos, nos sudan las manos, nos entran mareos,
empalidecemos….
(2) Por
poner como ejemplo algo que a casi todos nos echa para atrás.
(3)
Fíjate que cuando la primera cita la afrontamos con pánico, la situación se
torna muy igual a la de tener que hablar en público ,
y, el resultado, pues también...