Estamos
en una época del año que nos predispone a cambiar cosas en nuestra vida.
Supongo que es por ser “inicio de curso”, ya ves, lo que nos marca nuestra
etapa de estudiantes.
Hoy en
día nos bombardean continuamente con mensajes que nos crean la necesidad de
empezar a cambiar cosas, así que no es extraño que se vendan tantos libros y
cursos sobre el tema y se multipliquen los artículos en prensa y redes
sociales.
Yo creo
que no existe fórmula universal para fijar hábitos, pero sí que hay recursos
que nos ayudan y una multitud de estrategias que podemos utilizar. Si nos
agenciamos unos buenos recursos y sabemos combinar las estrategias, podemos abordar
el cambio sin que ello nos lleve a un excesivo gasto de energía y/o a un
sentimiento de frustración durante el proceso.
Respecto
a los recursos, hay tres que son muy importantes:
-Conocerte
a ti mismo
-Saber
observarte
-Saber
experimentar
Son
importantes porque, al no haber una fórmula universal, tendrás que buscar la
tuya. Y para ello necesitas tener estos tres recursos muy activados.
Te
pongo un ejemplo: a mí correr no me gusta, pero me conviene y es un hábito que
en su momento quise fijar. Como no me gusta, de entrada, ya tengo un hándicap:
me falta la motivación per se para la actividad que tienes cuando ésta te gusta.
¿Cómo solucionarlo? Al final lo he conseguido a través de mezclar tres
estrategias escogidas entre las infinitas que se han estudiado:
1.- Saber
para qué lo hago, y que eso esté alineado con lo que quiero para mi futuro y
con mis valores ahora.
2.- Identificar
el obstáculo principal y “atacarlo”.
3.-
“Trocear” el hábito para que sea menos complicado y pactar con uno mismo un
mínimo.
Veamos
juntos los tres puntos:
1.-
Cuando aplicas la primera estrategia, lo primero es preguntarse el “para qué”.
En mi caso, el tema de correr, el para qué es estar en forma. Es un ejercicio
cardiovascular muy efectivo, y estar en forma es algo que es importante para mí
ya que impacta en mi salud y en cómo mantenerme en óptimas condiciones para
disfrutar al máximo de la vida.
Aún
siendo tan importante para mí mantenerme en óptimas condiciones, me cuesta
salir a correr. Se me ocurren formas mejores de pasar el tiempo (escribir,
leer, ver una película, aprender, …) y que me cuestan mucho menos esfuerzo. Si
solo tirara de esto, el esfuerzo para ir a correr vaciaría demasiado mi reserva
de energía diaria para acometer esas cosas que cuestan esfuerzo (1). Es por esto
qué necesito algo más que tener claro el para qué.
2.- Para
aplicar la estrategia de identificar el mayor obstáculo
hay que escuchar las voces interiores cuando éstas te intentan convencer
de que “hoy no”. Escucharlas y ver con
qué argumentos te convencen más fácilmente. En mi caso, me convencían con el
argumento de que no tenía tiempo. Las voces son muy listas y suelen escoger
argumentos muy ligados a cosas que tú valoras mucho, en mi caso el tiempo.
Una vez
identificado, hay que buscar algo que pueda relacionar la actividad con ese
valor con que las voces te venden la excusa. En mi caso, me surgió de repente.
Un día me di cuenta de que mientras corría se me ocurrían muchos temas para el
blog, es decir, que me inspiraba. Cuando me di cuenta parece mentira pero ya me
costó mucho menos (2).
3.-
Aunque ya la cosa mejoró mucho, todavía faltaba acabar de “rematar” el hábito.
Me di cuenta de que, aunque tenía claro el para qué y, además, sentía que no
desperdiciaba tiempo, había días que ni eso era suficiente. Entonces recurrí a
la estrategia de “troceo con pacto”: me comprometí conmigo misma a que
siempre saldría, pero fijaría un recorrido mínimo. Si cuando acabara el
recorrido mínimo me sentía con energía, seguiría, si no no. ¿Y eso por qué? Pues había observado que
cuando salía a correr rechistando a tope, muchas veces al cabo de unos 20’ la
cosa cambiaba y dejaba de costarme. Es curioso porque pasaba de arrastrarme y
resoplar a encontrar una nueva energía que me permitía acabar el recorrido
fijado para ese día. Así que fijé como mínimo recorrido esos 20’.
Ya ves
que se trata de tener una idea de lo que funciona en fijación de hábitos (eso
te lo dará leer sobre el tema o asistir a cursos o conferencias), conocerte a
ti mismo para saber qué herramienta o herramientas es más probable que te
sirvan, hacer experimentos y observarte, observarte mucho, para ir adaptando la
estrategia. El conocimiento sobre hábitos y sobre cómo funcionamos es lo que te
ayudará a diseñar mejor los experimentos, perderás menos tiempo y te costará
menos esfuerzo, pero hay que complementarlo con la observación de uno mismo. Si
no observas, te será más complicado dar con la combinación más adecuada.
Aprender
a observar y observarse es una muy buena inversión. Te lo recomiendo.
(1) Por
esto, dejar para última hora del día aquello que nos cuesta es una mala
estrategia. A última hora del día estamos cansados y nuestro nivel de energía
es más reducido que a primera hora. Si dejas algo para última hora del día
tienes que tener claro que vas a necesitar unos puntos 1, 2 & 3 muy
trabajados.
(2) Si
te fijas, hay una “zanahoria” a largo plazo (llegar en las mejores condiciones
a un futuro que no es cercano), y otra “zanahoria” (la inspiración) que afecta
a un plazo inmediato: hoy. Es más fácil fijar hábitos cuando se relacionan con
algo que se cristaliza en el momento.
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