miércoles, 3 de octubre de 2018

Fijando hábitos


Estamos en una época del año que nos predispone a cambiar cosas en nuestra vida. Supongo que es por ser “inicio de curso”, ya ves, lo que nos marca nuestra etapa de estudiantes.

Hoy en día nos bombardean continuamente con mensajes que nos crean la necesidad de empezar a cambiar cosas, así que no es extraño que se vendan tantos libros y cursos sobre el tema y se multipliquen los artículos en prensa y redes sociales.

Yo creo que no existe fórmula universal para fijar hábitos, pero sí que hay recursos que nos ayudan y una multitud de estrategias que podemos utilizar. Si nos agenciamos unos buenos recursos y sabemos combinar las estrategias, podemos abordar el cambio sin que ello nos lleve a un excesivo gasto de energía y/o a un sentimiento de frustración durante el proceso.

Respecto a los recursos, hay tres que son muy importantes:

-Conocerte a ti mismo
-Saber observarte
-Saber experimentar

Son importantes porque, al no haber una fórmula universal, tendrás que buscar la tuya. Y para ello necesitas tener estos tres recursos muy activados.

Te pongo un ejemplo: a mí correr no me gusta, pero me conviene y es un hábito que en su momento quise fijar. Como no me gusta, de entrada, ya tengo un hándicap: me falta la motivación per se para la actividad que tienes cuando ésta te gusta. ¿Cómo solucionarlo? Al final lo he conseguido a través de mezclar tres estrategias escogidas entre las infinitas que se han estudiado:

1.- Saber para qué lo hago, y que eso esté alineado con lo que quiero para mi futuro y con mis valores ahora.
2.- Identificar el obstáculo principal y “atacarlo”.
3.- “Trocear” el hábito para que sea menos complicado y pactar con uno mismo un mínimo.

Veamos juntos los tres puntos:

1.- Cuando aplicas la primera estrategia, lo primero es preguntarse el “para qué”. En mi caso, el tema de correr, el para qué es estar en forma. Es un ejercicio cardiovascular muy efectivo, y estar en forma es algo que es importante para mí ya que impacta en mi salud y en cómo mantenerme en óptimas condiciones para disfrutar al máximo de la vida.

Aún siendo tan importante para mí mantenerme en óptimas condiciones, me cuesta salir a correr. Se me ocurren formas mejores de pasar el tiempo (escribir, leer, ver una película, aprender, …) y que me cuestan mucho menos esfuerzo. Si solo tirara de esto, el esfuerzo para ir a correr vaciaría demasiado mi reserva de energía diaria para acometer esas cosas que cuestan esfuerzo (1). Es por esto qué necesito algo más que tener claro el para qué.

2.- Para aplicar la estrategia de identificar el mayor obstáculo hay que escuchar las voces interiores cuando éstas te intentan convencer de que “hoy no”.  Escucharlas y ver con qué argumentos te convencen más fácilmente. En mi caso, me convencían con el argumento de que no tenía tiempo. Las voces son muy listas y suelen escoger argumentos muy ligados a cosas que tú valoras mucho, en mi caso el tiempo.

Una vez identificado, hay que buscar algo que pueda relacionar la actividad con ese valor con que las voces te venden la excusa. En mi caso, me surgió de repente. Un día me di cuenta de que mientras corría se me ocurrían muchos temas para el blog, es decir, que me inspiraba. Cuando me di cuenta parece mentira pero ya me costó mucho menos (2).

3.- Aunque ya la cosa mejoró mucho, todavía faltaba acabar de “rematar” el hábito. Me di cuenta de que, aunque tenía claro el para qué y, además, sentía que no desperdiciaba tiempo, había días que ni eso era suficiente. Entonces recurrí a la estrategia de “troceo con pacto”: me comprometí conmigo misma a que siempre saldría, pero fijaría un recorrido mínimo. Si cuando acabara el recorrido mínimo me sentía con energía, seguiría, si no no.  ¿Y eso por qué? Pues había observado que cuando salía a correr rechistando a tope, muchas veces al cabo de unos 20’ la cosa cambiaba y dejaba de costarme. Es curioso porque pasaba de arrastrarme y resoplar a encontrar una nueva energía que me permitía acabar el recorrido fijado para ese día. Así que fijé como mínimo recorrido esos 20’.

Ya ves que se trata de tener una idea de lo que funciona en fijación de hábitos (eso te lo dará leer sobre el tema o asistir a cursos o conferencias), conocerte a ti mismo para saber qué herramienta o herramientas es más probable que te sirvan, hacer experimentos y observarte, observarte mucho, para ir adaptando la estrategia. El conocimiento sobre hábitos y sobre cómo funcionamos es lo que te ayudará a diseñar mejor los experimentos, perderás menos tiempo y te costará menos esfuerzo, pero hay que complementarlo con la observación de uno mismo. Si no observas, te será más complicado dar con la combinación más adecuada.

Aprender a observar y observarse es una muy buena inversión. Te lo recomiendo.





(1) Por esto, dejar para última hora del día aquello que nos cuesta es una mala estrategia. A última hora del día estamos cansados y nuestro nivel de energía es más reducido que a primera hora. Si dejas algo para última hora del día tienes que tener claro que vas a necesitar unos puntos 1, 2 & 3 muy trabajados.

(2) Si te fijas, hay una “zanahoria” a largo plazo (llegar en las mejores condiciones a un futuro que no es cercano), y otra “zanahoria” (la inspiración) que afecta a un plazo inmediato: hoy. Es más fácil fijar hábitos cuando se relacionan con algo que se cristaliza en el momento.



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