martes, 13 de noviembre de 2018

¿De qué tribus formo parte?


Soy persona curiosa, y me doy cuenta de que, a nivel de sociedad, buscamos continuamente fórmulas que nos faciliten gestionarnos. Miramos personas o empresas con éxito, o con salud, o con cualquier otra cualidad que busquemos para nosotros mismos y las escudriñamos buscando cosas que tengan en común, y, de éstas, inferimos la fórmula mágica a seguir. Y es que, aunque en voz alta lo niegue, busco alguien que me diga qué hacer, que me lea el futuro y me dé las instrucciones claras y precisas que me libren de ir escogiendo el camino conforme lo recorro, que me libre de este peso, de la incertidumbre, de la complejidad, de los matices y perspectivas.

Cuanto más sencilla es la fórmula, más nos atrae, y así ayudamos a crear negocios (1) entorno a ella, y se crean “tribus” de seguidores que defienden con uñas y dientes esa fórmula. Por más que se vea que no funciona ni siempre ni para todos, ni en todas las situaciones ni momentos, mi tribu siempre encontrará el relato adecuado que me reconforte en mi pertenencia a ella.

Es posible que pertenezcas a una o a varias. Pertenecer a tribus es a lo que nos lleva nuestra naturaleza (2), pero no ayuda que me deje absorber por esa pertenencia, que me convierta en su rehén sin darme cuenta. Es sano revisar tu pertenencia a cada una de ellas, de vez en cuando, para que esto no suceda.

Estamos en una época privilegiada, que nos permite disfrutar de niveles de bienestar y libertad inimaginables hace años. Sí, a cambio nos exige hacernos más responsables de nuestras decisiones y elecciones, y sí, eso asusta y cansa, pero la alternativa de “dejarse hacer o llevar” por la tribu, por cualquiera de ellas, aunque nos tiente, aunque sintamos que nos libera de esta responsabilidad, lo que realmente hace es quitarnos la oportunidad de decidir y elegir en libertad.









(1) Muchas veces con voluntad de ayudar, otras con voluntad exclusivamente de negocio o de notoriedad.

(2)  La pulsión es fuerte: somos seres sociales y nuestra supervivencia, bienestar y progreso están vinculadas al grupo. Así que lo tenemos “programado” de origen. Pero una cosa es que tengamos la “predisposición a” y otra es que esta predisposición nos determine. Si yo sé que existe esta predisposición, puedo escoger dejarme llevar por ella o buscar mecanismos para que esta predisposición no me ciegue.

A lo largo de la historia era todo más sencillo, o pertenecías a LA TRIBU al cien por cien o morías, pero hoy no es así. Y digo que era más sencillo porque no había que cuestionarse nada, nacías en LA TRIBU y ni se te pasaba por la cabeza salirte de ella ni cuestionar sus cimientos ni estructuras. LA TRIBU se cohesionaba en base a la existencia de enemigos y en base a rituales y simbología.

Hoy en día no lo necesitamos, no nacemos en LA TRIBU, ni es requisito de supervivencia ese tipo de pertenencia, pero fíjate bien en que recursos utilizan las tribus modernas para cohesionar y atraer: fórmulas sencillas, enemigos comunes, rituales, simbología… ¿Te suena?

domingo, 4 de noviembre de 2018

¿Hasta que punto es cuestión de suerte?


Nuestro cerebro se siente más cómodo cuando trata con ecuaciones del tipo:

Si pasa o hago A, entonces sucede o sucederá B

Creer que si nuestros comportamientos, nuestro talento, nuestra actitud, nuestras acciones, nuestra edad, nuestra situación, nuestro esfuerzo, …  se corresponden con A, entonces alcanzaremos el éxito o tendremos salud o no nos sucederá nada malo, es decir, pasará B, nos tranquiliza.

Cómo esta ecuación nos seduce tanto, hay un montón de ecuaciones similares flotando por ahí. Y estas ecuaciones cumplen su función, ya que nos dan un marco, una estabilidad, un amarre en un mundo incierto y cambiante.

¿Pero qué pasa cuando esta ecuación se rompe? Pues, si no estamos preparados para ello, nos rompemos nosotros también, nos desorientamos, todo se tambalea y nos cuesta recuperarnos.

Yo creo en la función de estas ecuaciones, y creo también en que he de ser consciente de que, en ocasiones, fallan. Es bueno que cuando B no sea el B esperado pueda recomponerme y no quedarme estancada en el ¿Por qué a mí?

Te dejo un link a un estudio interesante que se titula “Talent vs Luck:
the role of randomness in success and failure”. Hay muchos gurús que venden muy bien fórmulas de éxito, y pocos que reconozcan que el azar tiene también que ver, y, en algunos casos y momentos, ese azar, también llamado suerte, tiene un papel más que importante en nuestra vida.  


A mi me sirve la metáfora del surf para manejarme con esto. Estar en el sitio adecuado, con la tabla lista y el entrenamiento requerido, hacen que, cada vez que surja una ola, sea más capaz de cabalgar en ella que otro surfero menos entrenado. Pero esto no quita que un surfero menos entrenado pueda encontrarse por azar con “la gran ola” y cabalgarla, mientras que yo no.

Es una lástima (1) que personas muy preparadas, profesionales con talento y capacidad de trabajo no lleguen a toparse con “la gran ola” y se sientan frustrados, y que esa frustración se les enquiste y no les permita recomponerse y seguir buscando con ahínco, y disfrutando, otras olas.







(1) Y también es una lástima que se transmita la ecuación (Si A, entonces B) sin los matices correspondientes que te permitan ver que lo que haces o tienes, simplemente son bazas que te ayudan en el camino a B.