Soy
persona curiosa, y me doy cuenta de que, a nivel de sociedad, buscamos
continuamente fórmulas que nos faciliten gestionarnos. Miramos personas o
empresas con éxito, o con salud, o con cualquier otra cualidad que busquemos
para nosotros mismos y las escudriñamos buscando cosas que tengan en común, y,
de éstas, inferimos la fórmula mágica a seguir. Y es que, aunque en voz alta lo
niegue, busco alguien que me diga qué hacer, que me lea el futuro y me dé las
instrucciones claras y precisas que me libren de ir escogiendo el camino
conforme lo recorro, que me libre de este peso, de la incertidumbre, de la
complejidad, de los matices y perspectivas.
Cuanto
más sencilla es la fórmula, más nos atrae, y así ayudamos a crear negocios (1) entorno a ella, y se crean “tribus” de seguidores que defienden con uñas y dientes esa fórmula. Por más que se vea que no
funciona ni siempre ni para todos, ni en todas las situaciones ni momentos, mi tribu
siempre encontrará el relato adecuado que me reconforte en mi pertenencia a
ella.
Es
posible que pertenezcas a una o a varias. Pertenecer a tribus es a lo que nos
lleva nuestra naturaleza (2), pero no ayuda que me deje absorber por esa pertenencia, que me
convierta en su rehén sin darme cuenta. Es sano revisar tu pertenencia a cada
una de ellas, de vez en cuando, para que esto no suceda.
Estamos
en una época privilegiada, que nos permite disfrutar de niveles de bienestar y
libertad inimaginables hace años. Sí, a cambio nos exige hacernos más
responsables de nuestras decisiones y elecciones, y sí, eso asusta y cansa,
pero la alternativa de “dejarse hacer o llevar” por la tribu, por cualquiera de
ellas, aunque nos tiente, aunque sintamos que nos libera de esta
responsabilidad, lo que realmente hace es quitarnos la oportunidad de decidir y
elegir en libertad.
(1) Muchas
veces con voluntad de ayudar, otras con voluntad exclusivamente de negocio o de notoriedad.
(2) La pulsión es fuerte: somos seres sociales y nuestra
supervivencia, bienestar y progreso están vinculadas al grupo. Así que lo
tenemos “programado” de origen. Pero una cosa es que tengamos la “predisposición
a” y otra es que esta predisposición nos determine. Si yo sé que existe esta
predisposición, puedo escoger dejarme llevar por ella o buscar mecanismos para
que esta predisposición no me ciegue.
A lo
largo de la historia era todo más sencillo, o pertenecías a LA TRIBU al cien
por cien o morías, pero hoy no es así. Y digo que era más sencillo porque no
había que cuestionarse nada, nacías en LA TRIBU y ni se te pasaba por la cabeza
salirte de ella ni cuestionar sus cimientos ni estructuras. LA TRIBU se
cohesionaba en base a la existencia de enemigos y en base a rituales y simbología.
Hoy en
día no lo necesitamos, no nacemos en LA TRIBU, ni es requisito de supervivencia
ese tipo de pertenencia, pero fíjate bien en que recursos utilizan las tribus
modernas para cohesionar y atraer: fórmulas sencillas, enemigos comunes,
rituales, simbología… ¿Te suena?