lunes, 29 de agosto de 2016

Hay alguien en mi cabeza pero no soy yo…

“En cada uno de nosotros hay alguien
a quien no conocemos”
Carl C. Jung


Este post va a ser corto.

Solamente recordar algunos datos, plantear una reflexión y seguimos las próximas semanas:

1.- Según algunos investigadores solamente somos conscientes del 5% de nuestra función cognitiva.

2.- Nuestro cerebro utiliza el 20% de toda la energía que usamos. Sin embargo, este consumo no muestra un incremento importante al comparar actividades que requieren alta concentración con situaciones de relax mental.

3.- Nuestros sentidos envían a nuestro cerebro 11 millones de bits de información cada segundo de los que procesamos de forma consciente de 16 a 50 como máximo.

Tal como dice la canción de Pink Floyd “hay alguien en mi cabeza pero no soy yo”….

Somos conscientes – nos damos cuenta – de una parte muy pequeña de lo que hay y sucede. Somos conscientes de lo “estrictamente necesario”. Solamente nos damos cuenta de lo que nos perdemos cuando nos hacemos la pregunta y empezamos a prestar atención.

Hazte la pregunta, presta atención, descubrirás que hay mucho más. Yo te acompaño.




lunes, 15 de agosto de 2016

Creer o no creer ¿Es esa la cuestión?

Siempre que enseñes; enseña también, a la vez, a dudar de lo que enseñas
José Ortega y Gasset

¿Debo creer todo lo que se publica?

Esta pregunta me surge ante la gran cantidad de estudios, artículos, libros, investigaciones y similares que se publican sobre los temas que trato en el blog. Publicaciones que a veces se contradicen, sujetas a interpretaciones, ensayos con muestras limitadas, con muchas y diversas variables no todas controlables ni consideradas … Y, reflexionando sobre ello, me planteo que quizás deba preguntarme otra cosa: ¿Es la cuestión creer o no creer?

En la era industrial todo parecía más sencillo, se medía y se objetivaba. La ciencia, el método científico, era – y sigue siendo – el paradigma de conocimiento dominante. Una era del “si no lo veo, no lo creo”, una era de absolutos. La ciencia consideraba el mundo como una realidad objetiva que existía independientemente de la experiencia. Al mismo tiempo, y sin embargo, en oriente el conocimiento no respondía – ni responde – a este paradigma. El conocimiento, desde la perspectiva oriental, se adquiere a través de la observación, lo vivencial… es un conocimiento empírico.

Aunque el paso de la física newtoniana a la física cuántica ha abierto en el mundo de la ciencia occidental una brecha que favorece creer en cosas que son difíciles de probar, todavía nos cuesta creer en aquello que no ha pasado por el tamiz del método científico, en aquello que –hoy- no se puede ver ni medir.

Por lo tanto la cuestión, creo yo, no es creer o no creer, la cuestión es cómo nos relacionamos con el conocimiento, cómo aprendemos.

¿Cómo lo hago yo? Intento no ver nada como verdad absoluta. Ser consciente de que las cosas son distintas según el contexto y según la perspectiva, y que esto, asimismo, varía con el tiempo y de una persona a otra. Observo con curiosidad (siempre acompañada de discernimiento) y experimento, experimento mucho, y vuelvo a observar. Si a mi me sirve, pues sé que a mi me sirve (ahora, aquí y para el fin que busco), y entiendo que quizás no sea así para otros. No hay verdades absolutas, no hay métodos absolutos, cada uno debemos buscar lo que nos sirve ya que somos distintos, somos complejos y nuestras circunstancias y perspectivas son también diversas.

¿Quiere decir esto que todo es relativo? Pues no. Solamente quiere decir que hay que mantener la mente abierta, que lo de “café para todos” o “copy/paste” no es ya una buena estrategia. Cuesta hacerlo ya que nuestro cerebro tiende a buscar la certeza y el control, no le gusta la incertidumbre, no le gusta el cambio, los siente como una amenaza. Para protegerse, para protegernos, funciona creando esquemas mentales fijos, y así nos da la impresión (engañosa) de seguridad. Nuestro cerebro tiende a querer reducir o eliminar la incertidumbre con el fin de “controlar” (1). Una vez que somos conscientes de que vivimos en un entorno donde lo único inmutable es el cambio, debemos hacer un esfuerzo por valorar la incertidumbre. La incertidumbre, la duda, nos permite aprender. Lo absoluto, la certeza, nos estanca.

Es por esto que el “TRIÁNGULO DE ADHITTHANA” me resulta útil: conciencia plena-autoconocimiento-intención. El “darse cuenta, observando, conociéndome y teniendo claro para qué hago las cosas” me da un marco muy adecuado para construir y acompañar a otros en su propia construcción. Este marco me permite ver todas las posibilidades que habitan en la incertidumbre. Te animo a que lo pruebes.

(1) Para ilustrar este punto te explico sobre el N400. El N400 es un conjunto de señales EEG (electroencefalografía) que se denominan ERP (event-related potentials).  El N400 es parte de la respuesta que tiene el cerebro a palabras u otros significados (estímulos) que no encajan en el contexto

Imagina por un momento que eres un participante en un experimento y estás conectado a un electroencefalograma. Van surgiendo las siguientes palabras poco a poco en la pantalla: “Toma su café con leche y perro”. Seguramente tu reacción consciente a esta frase es una sonrisa y basta, pero, a nivel de tu cerebro, la reacción es distinta. Cuando vas leyendo la frase, cada palabra detona una pequeña variación electromagnética excepto cuando lees perro, que detona una gran variación (N400). Este experimento ilustra como el cerebro continuamente construye modelos mentales del mundo a nuestro alrededor (los denominaremos mapas) para ayudar a predecir lo que va a pasar después. Cualquier desviación sobre lo que se espera genera ondas cerebrales que registran el cambio y así revisa los modelos y gestiona las respuestas.


miércoles, 3 de agosto de 2016

EL ERROR DE OTELO

Os lo ruego, en vuestras cartas, al narrar todas estas desventuras, mostradme como soy, sin atenuar, sin rebajar adversamente. Hablad de quien amó demasiado y sin prudencia, de quien, poco propenso a los celos, instigado se alteró sobremanera; de quien, como el indio salvaje, tiró una perla más valiosa que su tribu; de quien, transidos los ojos que no se empañaban, vierte tantas lágrimas como gotas de mirra los árboles de Arabia” OTELO, Acto final.

Hemos hablado de nuestras emociones, y de cómo el estar atentos, el darse cuenta, nos ofrece un espacio de libertad que nos posibilita elegir nuestro comportamiento en lugar de reaccionar de forma automática.

Hemos hablado de los beneficios (1) que nos aporta una adecuada regulación emocional.

Hay otros aspectos a tener en cuenta que tienen que ver con la interpretación que hacemos de las emociones en otros:

1.- Identificar la emoción en otros: es cuestión de práctica y de interés, pero hay que dejar SIEMPRE margen a contrastar, a preguntar, o simplemente entender que hay muchos factores que afectan en nuestra interpretación. Nuestro propio estado emocional, nuestras expectativas, nuestra experiencia, lo que queremos creer etc… todo ello provoca distorsión y puede llevarnos fácilmente a error.

Ayer, viendo la serie “Miénteme” (2), el protagonista decía algo así como: “yo solamente identifico la emoción, de lo que no tengo ni idea es de la causa de la misma”.  Así que todavía hay un aspecto más:

2.- Identificar la causa de la emoción: Así como la identificación de las emociones en el otro tiene una base científica (3), la identificación de las causas ya es harina de otro costal. Lo que causa, detona, una emoción es muchas veces complicado identificarlo en nosotros mismos, así que imagina lo complicado – casi imposible – que es identificarlo en otros.

Otelo, inmerso en una poderosa emoción, malinterpreta la respuesta emocional de Desdémona como signo de culpabilidad, y eso precipita el dramático final. No dejemos que esto nos pase a nosotros, seamos conscientes en todo momento de la complejidad y riqueza, no solo propia, sino también del otro. Las interpretaciones son solamente eso, interpretaciones. Hay que validar de alguna manera. Te propongo un método muy sencillo: PREGUNTAR.


(1) En la web de TalentSmart (http://www.talentsmart.com) figuran tres cifras interesantes extraídas de un estudio sobre más de un millón de personas:

è El 90% de las personas con un alto rendimiento son hábiles en gestionar sus emociones
è Nuestra capacidad de regulación emocional explica un 58% de nuestro rendimiento en el trabajo
è Las personas con capacidad de regulación emocional ganan más que las que no gestionan adecuadamente sus emociones

(2) http://www.popularmechanics.com/culture/tv/a3960/4300722/

(3) https://www.youtube.com/watch?v=-PFqzYoKkCc