lunes, 15 de agosto de 2016

Creer o no creer ¿Es esa la cuestión?

Siempre que enseñes; enseña también, a la vez, a dudar de lo que enseñas
José Ortega y Gasset

¿Debo creer todo lo que se publica?

Esta pregunta me surge ante la gran cantidad de estudios, artículos, libros, investigaciones y similares que se publican sobre los temas que trato en el blog. Publicaciones que a veces se contradicen, sujetas a interpretaciones, ensayos con muestras limitadas, con muchas y diversas variables no todas controlables ni consideradas … Y, reflexionando sobre ello, me planteo que quizás deba preguntarme otra cosa: ¿Es la cuestión creer o no creer?

En la era industrial todo parecía más sencillo, se medía y se objetivaba. La ciencia, el método científico, era – y sigue siendo – el paradigma de conocimiento dominante. Una era del “si no lo veo, no lo creo”, una era de absolutos. La ciencia consideraba el mundo como una realidad objetiva que existía independientemente de la experiencia. Al mismo tiempo, y sin embargo, en oriente el conocimiento no respondía – ni responde – a este paradigma. El conocimiento, desde la perspectiva oriental, se adquiere a través de la observación, lo vivencial… es un conocimiento empírico.

Aunque el paso de la física newtoniana a la física cuántica ha abierto en el mundo de la ciencia occidental una brecha que favorece creer en cosas que son difíciles de probar, todavía nos cuesta creer en aquello que no ha pasado por el tamiz del método científico, en aquello que –hoy- no se puede ver ni medir.

Por lo tanto la cuestión, creo yo, no es creer o no creer, la cuestión es cómo nos relacionamos con el conocimiento, cómo aprendemos.

¿Cómo lo hago yo? Intento no ver nada como verdad absoluta. Ser consciente de que las cosas son distintas según el contexto y según la perspectiva, y que esto, asimismo, varía con el tiempo y de una persona a otra. Observo con curiosidad (siempre acompañada de discernimiento) y experimento, experimento mucho, y vuelvo a observar. Si a mi me sirve, pues sé que a mi me sirve (ahora, aquí y para el fin que busco), y entiendo que quizás no sea así para otros. No hay verdades absolutas, no hay métodos absolutos, cada uno debemos buscar lo que nos sirve ya que somos distintos, somos complejos y nuestras circunstancias y perspectivas son también diversas.

¿Quiere decir esto que todo es relativo? Pues no. Solamente quiere decir que hay que mantener la mente abierta, que lo de “café para todos” o “copy/paste” no es ya una buena estrategia. Cuesta hacerlo ya que nuestro cerebro tiende a buscar la certeza y el control, no le gusta la incertidumbre, no le gusta el cambio, los siente como una amenaza. Para protegerse, para protegernos, funciona creando esquemas mentales fijos, y así nos da la impresión (engañosa) de seguridad. Nuestro cerebro tiende a querer reducir o eliminar la incertidumbre con el fin de “controlar” (1). Una vez que somos conscientes de que vivimos en un entorno donde lo único inmutable es el cambio, debemos hacer un esfuerzo por valorar la incertidumbre. La incertidumbre, la duda, nos permite aprender. Lo absoluto, la certeza, nos estanca.

Es por esto que el “TRIÁNGULO DE ADHITTHANA” me resulta útil: conciencia plena-autoconocimiento-intención. El “darse cuenta, observando, conociéndome y teniendo claro para qué hago las cosas” me da un marco muy adecuado para construir y acompañar a otros en su propia construcción. Este marco me permite ver todas las posibilidades que habitan en la incertidumbre. Te animo a que lo pruebes.

(1) Para ilustrar este punto te explico sobre el N400. El N400 es un conjunto de señales EEG (electroencefalografía) que se denominan ERP (event-related potentials).  El N400 es parte de la respuesta que tiene el cerebro a palabras u otros significados (estímulos) que no encajan en el contexto

Imagina por un momento que eres un participante en un experimento y estás conectado a un electroencefalograma. Van surgiendo las siguientes palabras poco a poco en la pantalla: “Toma su café con leche y perro”. Seguramente tu reacción consciente a esta frase es una sonrisa y basta, pero, a nivel de tu cerebro, la reacción es distinta. Cuando vas leyendo la frase, cada palabra detona una pequeña variación electromagnética excepto cuando lees perro, que detona una gran variación (N400). Este experimento ilustra como el cerebro continuamente construye modelos mentales del mundo a nuestro alrededor (los denominaremos mapas) para ayudar a predecir lo que va a pasar después. Cualquier desviación sobre lo que se espera genera ondas cerebrales que registran el cambio y así revisa los modelos y gestiona las respuestas.


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