“Siempre que enseñes; enseña también, a la
vez, a dudar de lo que enseñas”
José
Ortega y Gasset
¿Debo
creer todo lo que se publica?
Esta
pregunta me surge ante la gran cantidad de estudios, artículos, libros, investigaciones
y similares que se publican sobre los temas que trato en el blog. Publicaciones
que a veces se contradicen, sujetas a interpretaciones, ensayos con muestras
limitadas, con muchas y diversas variables no todas controlables ni
consideradas … Y, reflexionando sobre ello, me planteo que quizás deba
preguntarme otra cosa: ¿Es la cuestión creer o no creer?
En
la era industrial todo parecía más sencillo, se medía y se objetivaba. La
ciencia, el método científico, era – y sigue siendo – el paradigma de
conocimiento dominante. Una era del “si no lo veo, no lo creo”, una era de
absolutos. La ciencia consideraba el mundo como una realidad objetiva que
existía independientemente de la experiencia. Al mismo tiempo, y sin embargo,
en oriente el conocimiento no respondía – ni responde – a este paradigma. El
conocimiento, desde la perspectiva oriental, se adquiere a través de la
observación, lo vivencial… es un conocimiento empírico.
Aunque
el paso de la física newtoniana a la física cuántica ha abierto en el mundo de
la ciencia occidental una brecha que favorece creer en cosas que son difíciles
de probar, todavía nos cuesta creer en aquello que no ha pasado por el tamiz
del método científico, en aquello que –hoy- no se puede ver ni medir.
Por
lo tanto la cuestión, creo yo, no es creer o no creer, la cuestión es cómo
nos relacionamos con el conocimiento, cómo aprendemos.
¿Cómo
lo hago yo? Intento no ver nada como verdad absoluta. Ser consciente de que las
cosas son distintas según el contexto y según la perspectiva, y que esto,
asimismo, varía con el tiempo y de una persona a otra. Observo con curiosidad
(siempre acompañada de discernimiento) y experimento, experimento mucho, y
vuelvo a observar. Si a mi me sirve, pues sé que a mi me sirve (ahora, aquí y
para el fin que busco), y entiendo que quizás no sea así para otros. No hay
verdades absolutas, no hay métodos absolutos, cada uno debemos buscar lo que
nos sirve ya que somos distintos, somos complejos y nuestras circunstancias y
perspectivas son también diversas.
¿Quiere
decir esto que todo es relativo? Pues no. Solamente quiere decir que hay que mantener
la mente abierta, que lo de “café para todos” o “copy/paste” no es ya una buena
estrategia. Cuesta hacerlo ya que nuestro cerebro tiende a buscar la certeza y
el control, no le gusta la incertidumbre, no le gusta el cambio, los siente
como una amenaza. Para protegerse, para protegernos, funciona creando esquemas
mentales fijos, y así nos da la impresión (engañosa) de seguridad. Nuestro
cerebro tiende a querer reducir o eliminar la incertidumbre con el fin de
“controlar” (1). Una vez que somos
conscientes de que vivimos en un entorno donde lo único inmutable es el cambio,
debemos hacer un esfuerzo por valorar la incertidumbre. La incertidumbre, la
duda, nos permite aprender. Lo absoluto, la certeza, nos estanca.
Es
por esto que el “TRIÁNGULO DE ADHITTHANA” me
resulta útil: conciencia plena-autoconocimiento-intención. El “darse cuenta, observando, conociéndome y
teniendo claro para qué hago las cosas” me da un marco muy adecuado para
construir y acompañar a otros en su propia construcción. Este marco me permite
ver todas las posibilidades que habitan en la incertidumbre. Te animo a que lo
pruebes.
(1)
Para ilustrar este punto te explico sobre el N400. El N400 es un conjunto de
señales EEG (electroencefalografía) que se denominan ERP (event-related
potentials). El N400 es parte de la
respuesta que tiene el cerebro a palabras u otros significados (estímulos) que
no encajan en el contexto
Imagina
por un momento que eres un participante en un experimento y estás conectado a
un electroencefalograma. Van surgiendo las siguientes palabras poco a poco en
la pantalla: “Toma su café con leche y perro”. Seguramente tu reacción
consciente a esta frase es una sonrisa y basta, pero, a nivel de tu cerebro, la
reacción es distinta. Cuando vas leyendo la frase, cada palabra detona una
pequeña variación electromagnética excepto cuando lees perro, que detona una
gran variación (N400). Este experimento ilustra como el cerebro continuamente
construye modelos mentales del mundo a nuestro alrededor (los denominaremos
mapas) para ayudar a predecir lo que va a pasar después. Cualquier desviación
sobre lo que se espera genera ondas cerebrales que registran el cambio y así
revisa los modelos y gestiona las respuestas.
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