Hace
unos días leía el libro “Tiempos de
resiliencia. Reingeniería, coaching y grafología” de Agustina Gómez Rodríguez
y me gustó como, a través de elaborar sobre una fábula tan conocida como la de
la tortuga y la liebre, mostraba la diversidad de opciones que tenemos para
afrontar lo que nos suceda. Es por esto que os la transcribo:
Una tortuga y una liebre siempre discutían sobre
quién era más rápida. Para dirimir el argumento, decidieron correr una carrera.
Eligieron una ruta y comenzaron la competencia. La liebre arrancó a toda
velocidad y corrió enérgicamente durante algún tiempo. Luego, al ver que
llevaba mucha ventaja, decidió sentarse bajo un árbol para descansar un rato,
recuperar fuerzas y luego continuar su marcha. Pero pronto se durmió. La
tortuga, que andaba con paso lento, la alcanzó, la superó y terminó primera,
declarándose vencedora indiscutible.
LOS LENTOS Y ESTABLES GANAN LA CARRERA
Pero la historia no termina aquí: la liebre,
decepcionada tras haber perdido, hizo un examen de consciencia y reconoció sus
errores. Descubrió que había perdido la carrera por ser presumida y descuidada.
Si no hubiera dado tantas cosas por supuestas, nunca la hubiesen vencido.
Entonces, desafió a la tortuga a una nueva competencia. Esta vez, la liebre
corrió de principio a fin y su triunfo fue evidente.
LOS RÁPIDOS Y TENACES VENCEN A LOS LENTOS Y ESTABLES
Pero la historia tampoco termina aquí: tras ser derrotada,
la tortuga reflexionó detenidamente y llegó a la conclusión de que no había
forma de ganarle a la liebre en velocidad. Como estaba planteada la carrera,
ella siempre perdería. Por eso, desafió nuevamente a la liebre, pero propuso
correr sobre una ruta ligeramente diferente. La liebre aceptó y corrió a toda
velocidad, hasta que se encontró en su camino con un ancho río. Mientras la
liebre, que no sabía nadar, se preguntaba ¿qué hago ahora?, la tortuga nadó
hasta la otra orilla, continuó a su paso y terminó en primer lugar.
QUIENES IDENTIFICAN SU VENTAJA COMPETITIVA (saber
nadar) Y CAMBIAN EL ENTORNO PARA APROVECHARLA, LLEGAN PRIMEROS.
Pero la historia tampoco termina aquí: el tiempo
pasó y tanto compartieron la liebre y la tortuga, que terminaron haciéndose
buenas competidoras y decidieron repetir la última carrera, pero esta vez
corriendo en equipo.
En la primera parte, la liebre cargó a la tortuga
hasta llegar al río. Allí, la tortuga atravesó el río con la liebre sobre su
caparazón y, sobre la orilla de enfrente, la liebre cargó nuevamente a la
tortuga hasta la meta. Como alcanzaron la línea de llegada en un tiempo récord,
sintieron una mayor satisfacción que aquella que habían experimentado en sus
logros individuales.
ES BUENO SER INDIVIDUALMENTE BRILLANTE Y TENER
FUERTES CAPACIDADES PERSONALES. PERO, A MENOS QUE SEAMOS CAPACES DE TRABAJAR
CON OTRAS PERSONAS Y POTENCIAR RECÍPROCAMENTE LAS HABILIDADES DE CADA UNO, NO
SEREMOS COMPLETAMENTE EFECTIVOS. SIEMPRE EXISTIRÁN SITUACIONES PARA LAS CUALES
NO ESTAMOS PREPARADOS Y QUE OTRAS PERSONAS PUEDEN ENFRENTAR MEJOR. LA LIEBRE Y
LA TORTUGA TAMBIÉN APRENDIERON OTRA LECCIÓN VITAL: CUANDO DEJAMOS DE COMPETIR
CONTRA UN RIVAL Y COMENZAMOS A COMPETIR CONTRA UNA SITUACIÓN, COMPLEMENTAMOS
CAPACIDADES, COMPENSAMOS DEFECTOS, POTENCIAMOS NUESTROS RECURSOS…Y ¡OBTENEMOS
MEJORES RESULTADOS!
Hay
muchas formas de afrontar lo que se nos presenta en el día a día, no nos
limitemos, no nos empeñemos en intentar cambiarnos, no nos desesperemos por lo
que no somos capaces de hacer ahora, no renunciemos, seamos capaces de cambiar
escenarios, de aunar fuerzas con los demás, seamos creativos con aquello de que
dispongamos en cada momento.
No
esperemos triunfar siempre, no es el no caer lo que nos hace fuertes, sino el
saber levantarnos y seguir.
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