Hay dos
momentos al año en los que nos hacemos propósitos de cambio: setiembre y enero.
En un 89% de los casos estos propósitos de cambio se quedan en intenciones,
pero esto quiere decir que en un 11% de
los casos sí que se consigue.
Se ha
escrito mucho sobre cómo podemos abandonar o crear hábitos, sobre el tiempo
necesario para establecer un hábito y sobre las bases neurológicas en que se
apoya esta nueva ciencia del hábito (1). Muchísimos estudios, cursos, artículos
y libros que reflejan nuestro inmenso interés por mejorar. Esto es bueno (que
nos interese cambiar cosas en nuestra vida).
Lo
primero que necesito: MOTIVACIÓN. Si el cambio que quiero en mi vida no tira
suficiente de mí, no podré vencer la resistencia por mucha estrategia que ponga
en marcha. Si no hay motivación, habrá demasiado desgaste.
¿Y la
motivación cómo nace? ¿Se me aparece? (2) En algunos casos puede surgir, pero
en otros muchos la hemos de trabajar, la hemos de buscar, la hemos de
desarrollar y conectarla con el hábito que queremos desarrollar. Si no
conseguimos esta conexión va a costarnos demasiado cumplir con nuestro
propósito.
Te
pongo un ejemplo: todos sabemos de la importancia de dormir lo suficiente, pero
el entenderlo a nivel intelectual no nos ayuda a establecer el hábito,
solamente lo estableceremos firmemente si conseguimos conectarlo con lo que nos
importa en la vida.
En el primer caso (entrevista con Bruno
Hortelano, campeón de Europa de los 200 metros) leemos: “[...] entendí que si un día, para recuperarme,
tenía que dormir 12 horas y luego echarme la siesta, también estaba entrenando
[...]”
En el segundo caso (prólogo del libro de Emma
Roca “Esport amb seny”) leemos “[...] comprendió
rápidamente el significado del sueño y del descanso, su “entrenamiento
silencioso”, y puso en práctica con rigor todos los consejos que le dimos
[...]”
Dos
deportistas, que en un momento dado conectan el sueño, el dormir, el descanso
con algo importante para ellos: su rendimiento, su deporte. En el momento en
que hacen esta conexión, no desde la cabeza, sino desde el “corazón”, el hábito
se instala más fácilmente.
Y me recuerda
un artículo que leí hace tiempo sobre el cambio, escrito por John Kotter, en el
que escribía “Lo que conecta con la
emoción cambia el comportamiento o refuerza el comportamiento ya cambiado”
(3)
Así que
busca la conexión entre el cambio que quieres introducir en tu vida y alguna de
las cosas que más te importan, te facilitará estar entre el 11% de los casos
que sí lo consiguen.
(1)Te
anoto algunos estudios interesantes, pero hay muchísimos más....: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/ejsp.674
(3) The
Heart of Change – Appealing to the Heart, Not the Mind – John P. Kotter, Dan S.
Cohen
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