Un viejo proverbio de Nueva
Guinea nos dice “El conocimiento es tan sólo un rumor, hasta que está en el
músculo”. A través de la práctica, no de
la lectura, es como conseguiremos cambios.
¿Y vale la pena dedicarle tiempo
y esfuerzo? Ya hemos comentado que tal como nos influimos a nosotros mismos con
nuestro diálogo interno, influimos a los demás con las palabras que utilizamos.
Las palabras, ya sea consciente o inconscientemente inducen estados de ánimo. Yo sí que creo que vale la pena escoger
siempre aquellas que inspiran y vigorizan.
Si sigues dudando, pregúntate: ¿Con
quien prefieres estar? ¿Con quien te hace sentir que el mundo está lleno de desesperanza y es
hostil? ¿Con quien te recuerda continuamente lo que haces mal? ¿O prefieres
estar con quien te reafirma, con quien te hace sentir que hay oportunidades?
¿Qué tipo de persona quieres ser? Tú decides.
Tal como Mario Alonso nos dice
en su conferencia (ver el post de 30 de abril), no hay que engañarse, no se
trata de obviar las dificultades, de obviar lo malo, se trata de gestionarlo
adecuadamente.
Os dejo una frase de Milton Erickson
que lo describe a la perfección: “Reaccionar ante lo bueno y lo malo y manejar
ambas cosas adecuadamente: ahí es donde reside el verdadero gozo de vivir”
PD.- Más cosas a
incorporar a nuestra práctica:
ð Atención
con los pensamientos que se centran en la ausencia de lo que quiero o de lo que no
quiero. Decir “evitar el estrés” o decir
“sentirse más cómodo y relajado” significa lo mismo, pero nos sitúa de forma
diferente. Procuremos situarnos siempre en lo positivo.
ð El
preguntarse el ¿por qué? Mucha atención también, si nos preguntamos el por qué
ante una situación que para nosotros es negativa, cada respuesta nos reafirma
en los circuitos que sustentan el
pensamiento negativo. Si cambiamos el por qué por el cómo nos situamos
ya en otra perspectiva.
Tenéis
mucha más información en los libros “El poder de la palabra” de Robert Dilts y “Viaje
a tu cerebro” de Rosa Casafont.
xxx
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