Este
ejercicio me impactó. Nos pidieron que describiéramos por escrito una ocasión
en la que estuvimos involucrados en un proyecto que no funcionó según lo
esperado. Antes de seguir leyendo, hacedlo.
Os
tengo que decir que yo me considero una persona responsable, pero me di cuenta
aquel día que me faltaba un cierto grado de responsabilidad – por así decirlo-
¿Habéis
acabado?
Bien,
leed lo que habéis escrito y decidme: ¿está redactado en primera persona? ¿o
son “ellos” los protagonistas de la historia?
En mi
ejercicio eran “ellos” los protagonistas. Y me diréis; ¿y qué importa eso? Pues
importa y mucho. La manera en que explicamos la realidad corresponde a como la
vivimos. Si describimos la ocasión en tercera persona, nos alejamos del
problema, la solución está en los otros, no en nosotros.
Cuando
en el día a día narramos nuestros problemas en tercera persona, estamos
preservando nuestra seguridad infantil, pero estamos a la vez renunciando al
poder que tenemos sobre el problema. Cuando narramos en primera persona, en la
explicación está ya implícita la solución, me convierto en “response” “able”.
El
lenguaje tiene que ver con la interpretación que hago de la historia. El
lenguaje afecta a la emocionalidad. Démosle la importancia y el cuidado que
merece.
El
próximo día hablaremos sobre …. el
silencio.
XXX
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