domingo, 13 de diciembre de 2015

Ante el estrés no improvises, aprende como vivir

Los hombres no se sienten turbados por las cosas, sino por la visión que tienen de ellas” Epícteto

Cuando hablamos de estrés nos referimos a una reacción ante situaciones que realmente son amenazantes para nuestra supervivencia o ante situaciones en las que nuestra interpretación de la misma es la que la hace amenazante.

Cuando la situación es realmente amenazante para nuestra supervivencia, nuestro cerebro ya no nos deja ni pensar, está programado para reaccionar. Es por esto que en situaciones extremas podemos llegar a preguntarnos cómo es posible que hayamos sido capaces de hacer lo que hicimos. Nuestro cuerpo está programado para ello y procede a lo que sea necesario para darnos la energía necesaria para acometer una reacción de lucha o huida que nos permita sobrevivir.

El problema viene cuando la situación objetivamente no es amenazante para nuestra supervivencia, pero nuestra interpretación de la misma la hace amenazante. Nuestro cerebro no distingue y desencadena el mismo proceso que desencadenaría ante un peligro “físico”. Es como un sistema antiincendios que se dispara por el humo de un cigarrillo. Cuando realmente hay un incendio nos ayuda, cuando se dispara por el humo de un cigarrillo, pues no…

Una de las claves para gestionar nuestro estrés es conocer estos mecanismos y saber cómo funcionan en nosotros mismos. Si los conocemos, si sabemos identificarlos en nosotros, podemos manejarlos y no tan solo evitarnos las consecuencias negativas sino, incluso, hacer que jueguen a nuestro favor.


En los próximos posts os hablaré de cómo se crean las percepciones. Esto nos ayudará a entender cómo nuestro cerebro interpreta y de ahí desencadena la respuesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario