sábado, 17 de marzo de 2018

No te rindas, esto todavía no ha acabado.


Cuando terminaba 2017 te comprometiste a cambiar algunas cosas ¿no?

Según algunos estudios, al llegar a mediados de febrero, el 80% de nosotros hemos desistido ya de los propósitos que nos habíamos planteado al finalizar el año anterior (1). Estamos a mediados de marzo ¿Cómo vas tú?

El tema de los propósitos es sencillo y reconfortante cuando lo vivimos desde el ático (2), pero se complica cuando lo bajamos a la práctica diaria. Hacer la lista de los propósitos no deja de ser un ejercicio intelectual. Si eres de los que las haces, habrás tenido que gestionar la tendencia a confundir la satisfacción de identificar lo que necesitas hacer con el esfuerzo de llevarlo a la práctica (3) ¿Me equivoco mucho?

Ésta es la primera barrera que se levanta en nuestro camino. Para abatir esta barrera hay que, primero, conocerla. Así que ahora que la conoces y la reconoces, ya no tienes excusa: recuerda cada vez que hagas una lista evitar esta confusión y ponerte en marcha (4).

Bueno, te he preguntado por cómo va tu lista, pero me gustaría compartir contigo cómo va la mía y algunas de las dificultades que me estoy encontrando ¿Te parece bien? Muchas veces compartir las dificultades y las distintas estrategias que se utilizan para superarlas o minimizarlas nos ayuda en nuestro propio camino, aunque cada uno tenga sus propios obstáculos que superar.

Uno de los obstáculos que más se me resisten es la dificultad que tengo de abordar mi propósito cuando no se cumple mi plan en la forma tal como lo diseñé. No sé si a ti te pasa o no, pero he observado que yo tiendo a actuar en modo “todo o nada”. Eso se traduce en que, si el plan que he establecido para cumplir mi propósito requiere dedicarle, por ejemplo, una hora al día a una tarea, como no me sea posible dedicarle una hora, automáticamente paso a dedicarle cero minutos. Me cuesta horrores aprovechar 5, 10, 15 minutos para ello…y, es más, cuando pierdo el ritmo, mi tendencia es a dejarlo y la justificación es, precisamente, que cómo no lo he hecho…. Me cuesta combinar perseverancia y flexibilidad o, como me digo yo, flexibilizar mi perseverancia.

Una vez identificado este obstáculo (5) mi estrategia va en tres sentidos:

-Primero, acepto esta tendencia y me niego a caer en la culpabilidad, el desánimo o la frustración cuando surge. Éstos son sentimientos que me desgastan y no me ayudan, aunque hay que prestar mucha atención a no confundir esta aceptación y el ser amable con uno mismo con la condescendencia.

-Segundo, acepto el reto de buscar tácticas mil que me ayuden. Echo mano de mi creatividad y la dirijo a trabajar este tema.

-Tercero, no me permito rendirme, ni a mediados de febrero ni más adelante. No elimino temas de la lista, lo intento tantas veces como me sea posible y voy sumando.

¿Qué haces tú?




(    1)    https://health.usnews.com/health-news/blogs/eat-run/articles/2015-12-29/why-80-percent-of-new-years-resolutions-fail
(    2)    “vivir desde el ático” es cuando vivimos las cosas desde la mente, cuando las comprendemos, las compartimos y solamente por ello nos convencemos de que ya está hecho.
(    3)    ¿Te ha pasado que la mera asistencia a un curso de gestión del tiempo o de productividad te ha hecho sentirte productivo? El hándicap de todos estos cursos es cómo superar esta barrera que se levanta entre el entusiasmo y satisfacción por la asistencia y la aplicación práctica.
(    4)    No te quedes en la lista, detalla un plan con pasos y fechas.
(    5)    Un paso muy importante es identificar los obstáculos, darse cuenta de ellos. Y es que el primer paso para resolver un problema es localizarlo. Según Albert Einstein: “En una crisis si yo tuviera sólo una hora, dedicaría los primeros 50 minutos a definir el problema y los últimos 10 minutos a resolverlo”, es decir que antes de actuar es mejor definir bien el problema que buscas resolver.



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