Leo un artículo sobre la esclavitud 2.0 (1) y se me ocurre que, muchas
veces, al colocar el 100% de la responsabilidad de lo que nos sucede fuera de
nosotros mismos, nos estamos dificultando las posibles soluciones.
Transcribo (2) algunas de las afirmaciones que extraigo del artículo y
que me llevan a reflexionar sobre esto:
“Vibra el móvil. El aviso de un
mail del jefe interrumpe las cañas. ¿Qué haces? [..] Después de pensarlo un
poco, eliges la primera opción: lo lees en ese mismo momento y contestas”
“El 36% de los profesionales del
informe coge el teléfono y chequea el buzón fuera del horario laboral porque se
siente en la obligación de hacerlo”
“Otro 34% alega que el propio
puesto de trabajo exige esa disponibilidad”
“Un 14% subraya que siente la
necesidad de estar al tanto de todo lo que ocurre en la empresa, aunque se
encuentre en el bar de la esquina o en la playa”
Al leer estas frases con atención me sugieren algo distinto a lo que
parece que quien redacta el artículo quiere comunicar. A mi me sugieren que quien
se obliga, quien se exige es uno mismo. Las frases “hablan” de lo que estas
personas “entienden” que hay que hacer, no de lo que la tecnología o la empresa
le están obligando a hacer. Está en el mismo redactado.
Más adelante en el artículo, se afirma: “el 76% de los encuestados está a favor de que la empresa en que trabaja
aplique alguna ley de desconexión digital” ¿Quiere decir esto que lo que yo
me exijo, o elijo, o siento que debo hacer a raíz de mi interpretación es la
empresa la que me lo tiene que prohibir? (3) Quizás soy yo, pero me suena un
poco paternalista.
En las formaciones que doy sobre estrés hablo de tres ingredientes que
se presentan en el estrés: el miedo, la autoexigencia y el propósito, y explico
cómo diferentes proporciones de estos ingredientes generan respuestas y
comportamientos distintos, que nos llevan a resultados y consecuencias distintas.
Identificar cómo juegan estos ingredientes en las distintas situaciones a las
que nos enfrentamos es el primer paso para poder cambiar cosas.
Por ejemplo: cuando en el entorno laboral lo que nos mueve tiene
demasiado componente de miedo y/o autoexigencia, es cuando se pueden producir
estas situaciones de pseudo esclavitud. En el momento en que ponemos toda la
responsabilidad en la empresa, nos situamos automáticamente en la NO
posibilidad de cambiar cosas.
Aprender a ver todo esto nos ahorra mucha energía y nos permite
construir fórmulas que, al utilizar las proporciones adecuadas de cada
ingrediente, nos permiten alcanzar resultados en menos tiempo, con mucho menos
esfuerzo y desgaste.
(1) Esclavitud 2.0 se refiere a cuando se atienden emails o whatsapps
o llamadas del trabajo fuera del horario laboral. Los dispositivos móviles facilitan
esta ultraconexión.
(3) Sí que es cierto que la cultura de la empresa, los comportamientos
de quienes la conforman (sobre todo los de los directivos) mandan mensajes y
sugieren aquello que se valora, pero el último paso en la interpretación
solemos darlo nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario