viernes, 29 de mayo de 2020

¿Culpable? ¿Responsable?

Photo by Sarah Kilian on Unsplash

A veces, en situaciones de crisis, se oye: “ahora no es el momento de buscar culpables…”. También en otras se llega a oír “¿de que sirve que dimita? ¿va eso a arreglar algo? “. De esto lo que me llama la atención es la constante confusión entre los conceptos de responsabilidad y culpabilidad. 

Creo que, efectivamente, buscar culpables o sentirse culpable no ayuda en mucho a construir nada, pero abdicar de la responsabilidad puede ser tanto o más perjudicial. Cuando algo falla, trazar la cadena de responsabilidad permite detectar dónde se ha producido el error, y ahí está el inicio del proceso de aprendizaje. Cuanto antes detectemos y actuemos, antes aprenderemos y solucionaremos. Si no lo hacemos por confundir responsabilidad con culpabilidad, no se producirá nunca el aprendizaje y seguiremos errando y tapando el error.

Quien no sepa ver la diferencia ser responsable y ser culpable, probablemente va a tener problemas para aprender de sus errores. 

Cuando fallamos en aquello de lo que nos designaron responsables es lógico que nos pidan cuentas por ello, y el primero en pedirse cuentas debería de ser uno mismo. El hecho de la petición de cuentas es el núcleo mismo de la responsabilidad, es el reflejo de entender qué es ser responsable de algo.


jueves, 21 de mayo de 2020

¿Qué tan importante es caer bien?



Viendo la película (1) hay una escena en la que la coprotagonista le dice al protagonista: “El trabajo es lo suficientemente complejo como para no poder hacerlo solo, y ellos no le van a ayudar si usted no les gusta”. 

Piensa, ¿Lo has observado alguna vez? Gente que se cae bien se ayuda más, eso es así y sucede sin intención. Pero muchos no nos ponemos como objetivo caer bien, es más, cuando vemos que alguien se esfuerza por caer bien le etiquetamos inmediatamente.

Caer bien no implica dejar de ser asertivo ni ser menos competente, caer bien es una competencia a trabajar, implica conectar con los demás, reconocer las diferencias y saber desarrollar una relación. No la minusvaloremos, y menos hoy en día cuando gran parte del valor añadido nace de la colaboración y la negociación. 

Crear las relaciones que permiten desde la diversidad generar innovación y alto rendimiento exige contacto personal presencial en un entorno psicológicamente seguro (2).  



(1) Sobre la historia real de Alan Turing, pionero de la informática actual que, liderando a un heterogéneo grupo de académicos, lingüistas, campeones de ajedrez y oficiales de inteligencia, descifró el código de la inquebrantable máquina Enigma de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.


Teletrabajo: ¿amigo o enemigo?

Descifrando Enigma (The Imitation Game) - Fotograma

A veces pasa que, viendo una película, una escena me conecta con una idea y siento que la representa en un modo especial para mí. El otro día me pasó viendo la película “Descifrando Enigma” (1):

Escena: el grupo de “desencriptadores” está en el pub, bebiendo cerveza y charlando después de una dura y frustrante jornada y, de pronto, a raíz de una conversación intrascendente con una operadora de otro grupo, el protagonista encuentra una conexión y la solución que se les estaba escapando.

En estos días hemos estado hablando mucho de las maravillas del teletrabajo, pero es como todo, las recetas no sirven. El teletrabajo nos puede dar flexibilidad y puede ser conveniente en dosis adecuadas y en según que tareas y para qué objetivos, y, por supuesto, siempre que se gestione bien. Pero el teletrabajo omite aquellos espacios en los que, del roce entre personas distintas, de áreas diferentes, en un ambiente distendido y en conversaciones intrascendentes, las ideas y aprendizajes surgen. En tareas complejas y entornos en cambio permanente esto es importante tenerlo en cuenta. 

El teletrabajo omite aquellos espacios en los que, del roce entre personas distintas, de áreas diferentes, en un ambiente distendido y en conversaciones intrascendentes, las ideas y aprendizajes surgen.

El problema está en que esas ideas y aprendizajes que se pierden no se pueden cuantificar, son sutiles y por ello pasan desapercibidas, pero van sumando día a día. Solamente al cabo de un tiempo nos daremos cuenta de que algo no va como iba y, probablemente, ni siquiera lo sabremos atribuir a la falta de estos espacios. 

Justo la semana anterior leía este artículo de Ferran Ramon-Cortés que nos aporta una reflexión interesante por ser algo que todos hemos notado, pero no quizás no nos hayamos dado cuenta de ello https://www.ferranramoncortes.com/post/bendito-skype-y-otros . Su reflexión añade otro aspecto importante a la ecuación: la dificultad que las videoconferencias tienen en conectar emocionalmente a los equipos. Y la conexión emocional es un factor importante en entornos en los que buscamos innovación y colaboración, pero de esto hablaré en el próximo artículo.





(1) Sobre la historia real de Alan Turing, pionero de la informática actual que, liderando a un heterogéneo grupo de académicos, lingüistas, campeones de ajedrez y oficiales de inteligencia, descifró el código de la inquebrantable máquina Enigma de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.


domingo, 26 de enero de 2020

Calla y escucha, una vez más...

[Photo: The New York Public Library vía Unsplash]


Si me sigues habitualmente te habrás dado cuenta de que hace tiempo que no escribo, y es que estoy en modo pausa en esta actividad. Pero hoy he leído un artículo que me ha removido y quería compartirlo contigo.

En julio 2015 te presentaba en el blog el tema de la importancia de escuchar: 


Hoy he leído acerca de este proyecto: https://acumen.org/about/

Te dejo un extracto del artículo: “Los responsables de la toma de decisiones tienden a pensar que saben lo que la gente pobre necesita, no los escuchan. Regalar dinero sin tener en cuenta cómo repercute en los beneficiarios es una presunción que lastima a todos

Léelos, da para pensar, y cuando lo hagas, traslada la reflexión a lo que hacemos cada día, en la empresa, en el barrio, en la familia…, relaciónalo con la sobreprotección, con la creación de relaciones de dependencia, verás que en todo ello aplica.

Hasta el próximo post!!

miércoles, 18 de diciembre de 2019

¿Cambiar? ¿Para qué? ¿Cómo?

Photo: Oliver Cole vía Unsplash


Se acerca el momento del año en que todo nos empuja a plantearnos cambios. Dejar de fumar, aprender inglés, hacer ejercicio, … cada año lo mismo: septiembre y enero son los meses en los que especialmente se desata esta inquietud.

Da miedo cambiar y, a la vez, no hacerlo nos da insatisfacción.

Pero entrar en un ciclo de “quiero cambiarlo y no lo consigo nunca” genera mucha más insatisfacción que plantearse quedarnos como estamos. Es por ello que siempre recomiendo pensarlo a fondo antes de lanzarse a cambiar lo que sea que se desee cambiar.

Entrar en un ciclo de “quiero cambiarlo y no lo consigo” genera mucha más insatisfacción que quedarnos como estamos.

¿Qué pasos deberías plantearte antes de decidir cambiar?

El primero: tener claro para qué lo quieres, qué va a comportar en tu vida diaria este cambio y, también, qué vacío va a crear dejar de hacer o cambiar lo que hacías. Y es que muchas veces hacemos cosas para conseguir sentirnos bien, para sentirnos integrados en algo, como excusa para no hacer otras cosas, para caer bien, para transmitir una imagen… Son cosas enraizadas en nosotros, de las que somos o no conscientes.

Hacemos cosas para sentirnos bien, integrados en algo o como excusa para no atrevernos a hacer otras cosas, para llenar vacíos…

El segundo: conseguir desearlo mucho. Cambiar cuesta un esfuerzo, así que cuánto más consigas conectar emocionalmente con el resultado del cambio, menos energía vas a tener que invertir en el proceso. Hay formas de aumentar esta conexión, y cada uno de nosotros tenemos nuestra vía.

El cambio es más de algo que nos arrastra que no de un nosotros empujando.

El tercero: ser estratégico. Ir a pecho descubierto en pos de aquello que deseas es muy heroico, pero arriesgas desgastarte y no llegar. Buscar la mejor estrategia (para ti) a lo largo de todo el proceso es clave.

Una buena estrategia, que se alinee con nuestras preferencias y entorno, es crítica para conseguir no tan solo el cambio, sino su sostenibilidad.

Y, además, es importante no ir con ingenuidad: que no te engañen, cambiar no es fácil, es difícil calibrar el esfuerzo que requiere y nada te asegura que el resultado sea el que buscas. 

Cambiar requiere valor, y si no lo tienes, es mejor dejar las cosas como están aún si eso te causa insatisfacción.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Verte como quien decide en tu vida


La vida va sucediendo a nuestro alrededor, y a veces nos parece que nos ayuda, mientras que, otras veces, nos parece que se nos gira en contra. Incluso hay ocasiones en que lo que en un momento nos pareció que se nos giraba en contra resultó ser una gran oportunidad que supimos aprovechar y viceversa. No tenemos más control sobre nuestra vida que el que ejercemos en nuestras elecciones del día a día. Son estas elecciones las que nos van a ayudar a construir cosas como un carácter que nos permita gestionar mejor los reveses y las oportunidades, un cuerpo que nos permita afrontar mejor la actividad, el desgaste, los riesgos de salud y los retos que nos vayan surgiendo o un entorno que nos dé apoyo y energía.

Para hablar de la vida me gusta utilizar el símil de la navegación. Me imagino que decido emprender un viaje, y puedo hacerlo de muchas formas, todas muy válidas, pero cada una de ellas me demandará cosas distintas y me conllevará riesgos y oportunidades distintas. Puedo decidir dejarme llevar por las corrientes y el viento, o puedo decidir que quiero navegar hasta Ibiza, o hasta Nueva Zelanda, puedo fijarme un tiempo o no, sea lo que sea lo que haga, ahí hay una decisión. Y cada decisión de las que puedo tomar sobre cómo echarme a la mar me pone en una situación, unos requerimientos y unos riesgos y oportunidades distintos. Ninguna es más buena ni más mala que la otra, son sencillamente distintas.

Así es la vida, como el mar, con sus días de calma y sus tormentas, sus días buenos y sus días malos. Y así somos nosotros, como el patrón de la embarcación, conociendo si nuestro barquito puede o no afrontar una galerna, si llevamos suficientes provisiones de agua como para adentrarnos más allá, y conociéndonos a nosotros mismos y nuestra capacidad de gestionarnos en el entorno marino. 

Podemos decidir navegar sin rumbo, a lo que surja, porque así nos apetece, y asumir los riesgos y las oportunidades de esta elección. Podemos decidir hacerlo así, pero bien pertrechados de provisiones y recursos, o bien a la buena de Dios. Cada una de estas decisiones nos lleva a sitios distintos, o más bien, aumenta las probabilidades de llegar a estos sitios. Yo puedo decidir llegar a Ibiza el viernes, prepararme y pertrecharme a conciencia y naufragar, puede pasar, pero es menos probable que si mi decisión es cruzar el cabo de hornos en una chalupa y sin ninguna preparación.

Tanto si has decidido dejarte llevar como si sabes adónde ir; tanto si te has pertrechado a conciencia o no, ser consciente de esas decisiones que estás tomando cada día es importante. Lo es porque te permite, en caso de que haya algo que no funcione y te sientas mal, cambiar. Y todavía más importante, te permite verte como quien decide en tu vida, incluso cuando decides que sean los otros los que decidan por ti, y en esto se enraíza tu capacidad de darle la vuelta a tu vida en el momento en que tú así lo decidas. Así lo siento yo y espero que esta reflexión te sirva.

martes, 19 de noviembre de 2019

El estrés: ¿ese monstruo que viene a ver al directivo?


DKV ha publicado un estudio (1) que estos días ha generado titulares como:

El estrés devora al 91% de los directivos españoles, El estrés deja huella en nueve de cada diez directivos, El 91% de los directivos españoles vive estresado, Nueve de cada diez directivos en España sufre estrés,El estrés lastra el buen estado de salud de los altos directivos ...

etc…

Bien, hasta que no sepamos ver que el estrés es necesario, que lo que se necesita no es menos estrés, sino que cada uno sepamos cómo gestionarlo en una forma en que no tan solo no nos perjudique, sino que funcione como una palanca que nos ayude a conseguir esa vida a la que cada uno aspira, hasta entonces, no conseguiremos más que resultados mediocres.

Así que todos estos titulares nos hacen un flaco favor al hacer que veamos el estrés como un peligro.

Te dejo algunas referencias para que puedas bucear en el tema, si es que te interesa empezar a buscar cómo gestionar ese supuesto monstruo…

https://www.abc.net.au/life/changing-how-you-think-about-stress-to-be-less-affected-by-it/10824484

https://www.ted.com/talks/kelly_mcgonigal_how_to_make_stress_your_friend?language=es

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23437923 : Rethinking stress: the role of mindsets in determining the stress response.





(1)https://cuidatemucho.dkvsalud.es/gracias-estudio-de-salud-y-bienestar-directivos?submissionGuid=b6d0125a-a54b-42fe-a54f-7b7d86e8dcb5