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A veces, en situaciones de crisis, se oye: “ahora no es el momento de buscar culpables…”. También en otras se llega a oír “¿de que sirve que dimita? ¿va eso a arreglar algo? “. De esto lo que me llama la atención es la constante confusión entre los conceptos de responsabilidad y culpabilidad.
Creo que, efectivamente, buscar culpables o sentirse culpable no ayuda en mucho a construir nada, pero abdicar de la responsabilidad puede ser tanto o más perjudicial. Cuando algo falla, trazar la cadena de responsabilidad permite detectar dónde se ha producido el error, y ahí está el inicio del proceso de aprendizaje. Cuanto antes detectemos y actuemos, antes aprenderemos y solucionaremos. Si no lo hacemos por confundir responsabilidad con culpabilidad, no se producirá nunca el aprendizaje y seguiremos errando y tapando el error.
Quien no sepa ver la diferencia ser responsable y ser culpable, probablemente va a tener problemas para aprender de sus errores.
Cuando fallamos en aquello de lo que nos designaron responsables es lógico que nos pidan cuentas por ello, y el primero en pedirse cuentas debería de ser uno mismo. El hecho de la petición de cuentas es el núcleo mismo de la responsabilidad, es el reflejo de entender qué es ser responsable de algo.