“Ser nadie más que tú mismo, en un
mundo que día y noche trata de convertirte en algún otro que no eres, significa
luchar la más ardua de las batallas que un ser humano puede luchar; y nunca
cesar en la lucha” E. E. Cummings
Mucho
de lo que hacemos, pensamos y sentimos no está bajo el control de nuestro
consciente.
Tal
como adelantaba en el anterior post, la mayor parte de “procesos” que suceden
durante nuestro día a día se desarrollan de forma “automática”, de tal manera
que nos beneficiamos de la velocidad y eficiencia energética en su
procesamiento (1). Nuestro cerebro ha
evolucionado resolviendo los problemas que se le fueron planteando en su día y optimizando
los circuitos necesarios para ello, de forma que se garantizara nuestra
supervivencia. Lo que ha sido y fue útil en un momento queda archivado, lo que
no lo fue se descartó y perdió.
Podrías
entonces pensar: “Yupi!!!! mi cerebro
está haciendo todo lo óptimo para garantizar mi supervivencia, y lo hace además
de forma rápida y energéticamente eficiente: ¿Y qué más quiero? Le dejo hacer y
punto” Pues bien pensado, no lo niego: vivir sin darte cuenta. Debo, sin
embargo, informarte de dos problemas:
1.- Muchas
veces los “procesos” quedan obsoletos (ergo, como no te des cuenta te la pegas)
2.- Muchas
veces lo que “tu cerebro piensa que te conviene” no es ni lo que tú quieres ni lo
que te conviene.
Así
que nada de “vivir sin darte cuenta”,
ya te digo yo que no te sale a cuenta para nada.
En
el siguiente post te mostraré mi clasificación de “lo que ocurre bajo el nivel de consciencia” y en los siguientes iré
abordando poco a poco cada caso.
Te presento ahora como curiosidad dos ejemplos
clásicos de “procesos” que ocurren y de los que no nos damos cuenta.
Clásico 1: El tamaño de las pupilas y la
atracción física
En
los años 60 y 70, se estudió el efecto del tamaño de la pupila en el
sentimiento de atracción. Consistentemente se escogieron como más atractivas
las fotos en las que el tamaño de la pupila se había agrandado. Ninguno de los
sujetos del experimento expresó haber notado la diferencia, y mucho menos que
ésta fuera la razón de la elección. Este experimento se ha repetido numerosas
veces con el mismo resultado.
http://blogs.scientificamerican.com/guest-blog/learning-the-look-of-love-in-your-eyes-the-light-the-heat/
Clásico 2: La paradoja Pepsi
En
los tests ciegos de sabor (donde no se sabe qué marca bebes), Pepsi siempre
gana a Coca-Cola. Asimismo, se han realizado tests ciegos de sabor conjuntamente
con seguimiento a través de MRI (resonancia magnética) que apoyan que la
reacción en las correspondientes áreas del cerebro confirman la preferencia por
Pepsi. Cuando el test se realiza posteriormente con identificación de la marca
(viendo y sabiendo lo que bebes), de pronto es Coca-cola la que gana. Las
imágenes de resonancia muestran activación en la zona de “familiaridad”. Es más,
el mismo test con personas con lesiones en la zona de “familiaridad”, muestra
que no hay cambio, Pepsi gana tanto en test ciego como en test con
identificación de marca.
http://www.scientificamerican.com/article/neuromarketing-brain/
(1) No
puedo ni imaginarme cómo sería mi día si tuviera que estar pensando y
decidiendo absolutamente todo, desde cómo andar, preparar el desayuno, conducir…
hasta cuando debo respirar o digerir.
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