lunes, 12 de septiembre de 2016

¿De veras quieres vivir sin darte cuenta?

“Ser nadie más que tú mismo, en un mundo que día y noche trata de convertirte en algún otro que no eres, significa luchar la más ardua de las batallas que un ser humano puede luchar; y nunca cesar en la lucha” E. E. Cummings


Mucho de lo que hacemos, pensamos y sentimos no está bajo el control de nuestro consciente.

Tal como adelantaba en el anterior post, la mayor parte de “procesos” que suceden durante nuestro día a día se desarrollan de forma “automática”, de tal manera que nos beneficiamos de la velocidad y eficiencia energética en su procesamiento (1). Nuestro cerebro ha evolucionado resolviendo los problemas que se le fueron planteando en su día y optimizando los circuitos necesarios para ello, de forma que se garantizara nuestra supervivencia. Lo que ha sido y fue útil en un momento queda archivado, lo que no lo fue se descartó y perdió.

Podrías entonces pensar: Yupi!!!! mi cerebro está haciendo todo lo óptimo para garantizar mi supervivencia, y lo hace además de forma rápida y energéticamente eficiente: ¿Y qué más quiero? Le dejo hacer y punto Pues bien pensado, no lo niego: vivir sin darte cuenta. Debo, sin embargo, informarte de dos problemas:

1.- Muchas veces los “procesos” quedan obsoletos (ergo, como no te des cuenta te la pegas)

2.- Muchas veces lo que “tu cerebro piensa que te conviene” no es ni lo que tú quieres ni lo que te conviene.

Así que nada de “vivir sin darte cuenta”, ya te digo yo que no te sale a cuenta para nada.

En el siguiente post te mostraré mi clasificación de “lo que ocurre bajo el nivel de consciencia” y en los siguientes iré abordando poco a poco cada caso. 



Te presento ahora como curiosidad dos ejemplos clásicos de “procesos” que ocurren y de los que no nos damos cuenta.

Clásico 1: El tamaño de las pupilas y la atracción física

En los años 60 y 70, se estudió el efecto del tamaño de la pupila en el sentimiento de atracción. Consistentemente se escogieron como más atractivas las fotos en las que el tamaño de la pupila se había agrandado. Ninguno de los sujetos del experimento expresó haber notado la diferencia, y mucho menos que ésta fuera la razón de la elección. Este experimento se ha repetido numerosas veces con el mismo resultado.

http://blogs.scientificamerican.com/guest-blog/learning-the-look-of-love-in-your-eyes-the-light-the-heat/

Clásico 2: La paradoja Pepsi

En los tests ciegos de sabor (donde no se sabe qué marca bebes), Pepsi siempre gana a Coca-Cola. Asimismo, se han realizado tests ciegos de sabor conjuntamente con seguimiento a través de MRI (resonancia magnética) que apoyan que la reacción en las correspondientes áreas del cerebro confirman la preferencia por Pepsi. Cuando el test se realiza posteriormente con identificación de la marca (viendo y sabiendo lo que bebes), de pronto es Coca-cola la que gana. Las imágenes de resonancia muestran activación en la zona de “familiaridad”. Es más, el mismo test con personas con lesiones en la zona de “familiaridad”, muestra que no hay cambio, Pepsi gana tanto en test ciego como en test con identificación de marca.

http://www.scientificamerican.com/article/neuromarketing-brain/


(1) No puedo ni imaginarme cómo sería mi día si tuviera que estar pensando y decidiendo absolutamente todo, desde cómo andar, preparar el desayuno, conducir… hasta cuando debo respirar o digerir.


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