viernes, 18 de agosto de 2017

Conectar desde ¿la rabia?



Hace ya unos años estuve cursando algunas asignaturas de la licenciatura de humanidades y, a través de una de ellas, tuve la oportunidad de profundizar en la obra de la filósofa Hannah Arendt.

Y ayer me acordé de Hannah Arendt (1).

Te dejo unas reflexiones que merecen un par de vueltas:

1.- Dar un sentido a tu vida, tener un propósito, te da dirección y te da fuerza. Es muy potente. Ese sentido, ese propósito, lo puedes encontrar, entre otras vías, a través de un trabajo personal, buscándolo, trabajándolo, o bien a través de un momento de conexión.

Cuando encuentras el sentido, tu propósito, conectando desde la desorientación, la desesperación, la pérdida o la rabia, puede ser peligroso y llevarte a consecuencias que no serán constructivas para nadie.

2.- Soy responsable de mis actos. Sin excusa. Soy responsable de pensar, de preguntarme sobre las consecuencias, de tener en cuenta a los demás. Soy responsable de pensar de forma crítica y de hacer las cosas con criterio. Y esta responsabilidad debe exigírseme, siempre.

3.-Cuando renuncio a juzgar, cuando todo lo doy por bueno, cuando elijo tolerarlo todo ¿No estaré confundiendo el “ser buena persona” con estar abdicando de mi responsabilidad? La vida es mucho más cómoda cuando no tengo que pensar, cuando no tengo que tomar decisiones incómodas, cuando no tengo que enfrentarme, cuando no tengo que cuestionarme cosas ….

Y me viene a la cabeza este texto de Helen Keller:

El optimismo que no tiene en cuenta los costes es como una casa construida sobre arena.  Hay que entender la maldad y contactar con la pena antes de declararse optimista y esperar que otros crean que la fe que hay en ti tiene base

Me declaro optimista, pero desde este prisma. Un optimismo cimentado en el realismo, en creer que hay que construir de forma coherente, que en la vida no hay que evitarse complicaciones, que hay que saber decir no, saber fijar límites, hay que saber ser crítico y tomar decisiones que seguro no van a complacer a todos. No es fácil, es más cómodo dejarse llevar y luego lamentarse.





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