Hace poco
leía el artículo “The power of high-quality connection” de Jane Dutton y Emily
Heaphy. En este artículo se acuña el
término “conexiones de calidad” en referencia al modo en que interactuamos en
el trabajo, y se profundiza en los elementos que la promueven.
Quizás no seamos
demasiado conscientes de que las conexiones entre las personas que forman la
empresa son las que van a facilitar o a entorpecer la consecución del resultado,
pero una de las frases del artículo puede que nos sitúe rápidamente:
“Conexiones corrosivas son como agujeros
negros: absorben toda la luz del sistema y no devuelven nada a cambio”
Aunque el trabajo es
dónde pasamos más horas, podemos extrapolar las conclusiones del estudio
realizado por Dutton y Heaphy a todas las interacciones que tienen lugar en
nuestro día a día.
Pequeños actos de desconsideración
pueden hacer que nos replanteemos nuestra capacidad, nuestra importancia e
incluso nuestra valía, pero la ecuación funciona también en el otro sentido:
cuando damos visibilidad a alguien, cuando le hacemos sentir considerado, estamos
estableciendo una conexión de calidad a través de la cuál esta persona puede cambiar
su relación con su trabajo y con su vida.
Todos podemos proponernos
establecer estas conexiones de calidad. Está en nuestra mano abrir la
posibilidad de cambiar cómo nos sentimos y cómo se sienten aquellos con los que
interactuamos y lo podemos hacer sencillamente transformando esos momentos de
conexión. Depende de nosotros, solamente depende de nosotros.
Y es que, a veces, nos
perdemos admirando grandes gestas, cuando son las pequeñas acciones diarias
realizadas por personas anónimas las que nos facilitan el camino. Las últimas
palabras de la novela Middlemarch (George Eliot) lo reflejan en una forma muy
bella:
…el crecimiento del bien en el mundo depende
en parte de actos que nada tienen de históricos; y que ahora las cosas no nos
vayan tal mal como podrían irnos se debe en buena parte a los muchos que
vivieron fielmente una vida escondida y descansan en tumbas que nadie visita:
The growing good of the world is partly dependent on unhistoric acts;
and that things are not so ill with you and me as they might have been, is half
owing to the numbers who lived faithfully a hidden life, and rest in unvisited
tombs.
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