No hay fórmulas mágicas, y eso se debe a que somos cada uno,
a nuestra manera, únicos e irrepetibles. Tampoco hay dos situaciones iguales ni
todos buscamos lo mismo en cada momento.
¿Qué quiero decir con esto? Pues que las “fórmulas” que encontramos en
blogs, libros, conferencias, que nos indican los amigos, conocidos, etc… no son
literalmente aplicables para todo, para todos, para todo momento, toda ocasión
o todo lugar.
Buda decía “No creas
directamente lo que se te dice, o aquello que ha pasado de generación a
generación, o lo que es creencia común, o lo que se diga en las escrituras. No
aceptes algo como verdad meramente por deducción o inferencia, o por su
apariencia externa, o por ser acorde a una cierta opinión, o por ser plausible
o porqué tu maestro así lo dice. Créelo
cuando lo hayas experimentado como cierto”.
En definitiva, hay que recurrir siempre al sentido común.
Hay que revisar los para qué, para quien, cuando, donde,…
Hace poco leí un libro “Focus:
use differents ways of seeing the world for success and influence” de Heidi
Grant Halvorson Ph. D., E. Tory Higgins Ph. D. y me hizo pensar acerca de qué fácil es
simplificar y generalizar sin tener en cuenta todos los matices. En este libro,
en el capítulo 2, se hace una reflexión interesante sobre el optimismo y todas
las publicaciones que sobre el mismo se han difundido en los últimos años. Si
atendemos a cierta parte de estas publicaciones y al mensaje que destilan, o
bien al mensaje que capta el lector (1), parece que ser optimista es la solución y condición sine qua
non para ser feliz (2).
Y así parece que ser optimista puede ser verdaderamente una muy buena cosa
comparado con ser pesimista…. para algunas personas, en algunas ocasiones. Y es esto
lo que no leemos, no escuchamos o sencillamente no se dice. Hay gente que,
tomando literalmente lo que se publica sin aplicarle una cierta reflexión ha
emprendido caminos que han acabado perjudicándoles.
Tal como comentaba en otro post, solamente si tu forma de
ser y actuar interfiere con tu día a día y limita tu felicidad, te causa daño a
ti o a otros, o te impide conseguir aquello que pretendes, deberías considerar
cambiar alguna cosa. Y solamente después de esta reflexión sobre cómo eres y
actúas, qué quieres cambiar, para qué, cuando y donde, hay que buscar el cómo.
(1) Cada uno captamos aquella información a la que dirigimos nuestra
atención, obviando el resto.
(2) Es cierto que hay numerosos estudios
que validan que – comparado con los pesimistas – los optimistas disfrutan de
mejor salud y se recuperan mejor de las enfermedades, se ajustan mejor a los
cambios, disfrutan de mejores relaciones y es más probable que consigan sus
objetivos…
xxx
No hay comentarios:
Publicar un comentario