“Somos
la fuerza creativa de nuestra vida, y a través de nuestras decisiones más que
de nuestras condiciones, si aprendemos cuidadosamente a hacer ciertas cosas,
podemos conseguir lo que nos propongamos” Stephen Covey
En 1958 el neurocientífico Joseph Brady
realizó un experimento que dio lugar al concepto del síndrome de estrés del
ejecutivo. Los resultados del estudio llevaron a pensar que tomar decisiones, y
la responsabilidad que eso conlleva, aboca a sufrir estrés (1). Estudios
posteriores (2) no tan solo han desmitificado el “síndrome de estrés del
ejecutivo”, sino que han mostrado que tomar decisiones no provoca estrés, es
más, y dicho de forma humorística, “[…]los ejecutivos de todas las especies tienen
mayores probabilidades de producir úlceras en los demás que de desarrollarlas[…]”
(3)
Si tal como dice Stephen Covey, nosotros somos
nuestro principal jefe, podemos hacernos la pregunta: ¿qué tan duro es, realmente, ser “el jefe”? Pues, depende…
Tomar decisiones puede causarnos estrés (1)
cuando estas decisiones las tomamos viviendo la situación cómo fuera de nuestro
control, sin capacidad de predicción, sin prever salidas para la frustración,
sin disponer fuentes de apoyo, sin percibir señales de mejora en nuestra
situación... En cambio, si aprendemos cuidadosamente a generar
las condiciones más adecuadas para la toma de decisiones, ya no nos será tan
duro ser “el jefe”.
Si, en gran parte depende de nosotros mismos crear
nuestra vida, ahora bien, cuando tomamos este camino es esencial tener
en cuenta lo que Robert Sapolsky indica, y que os transcribo directamente ya
que yo no sabría expresarlo mejor:
“[…] Es cierto que el mundo real se halla
repleto de cosas malas que podemos esquivar modificando la perspectiva y el
carácter psicológico, pero también está lleno de cosas espantosas que no se
pueden eliminar con un cambio de actitud, por muy heroica, ferviente, compleja
y ritualmente que lo deseemos […]”(4)
Y, como él, me remito a la oración de Reinhold
Niebuhr:
“Dios
mío, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el
valor de cambiar las que pueda, y la sabiduría para establecer la diferencia”
(1) estrés del negativo. Ver post del 8 de
diciembre
(3) del libro ¿Por qué las cebras no tienen úlcera? de Robert M. Sapolsky
(4) aprendiendo cuidadosamente a vivir lo que hacemos
es ponerlo todo de nuestra parte para construir una vida plena. Nada nos
garantiza el “éxito”, por supuesto, pero habremos luchado a tope por ello.
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