… todos aquellos
a los que nos han despedido en la cincuentena. Porque somos capaces de salir
adelante, por mucho que una y otra vez nos inunden con estadísticas que hacen
que algunos se convenzan de que tener 50 años, o más, nos condena.
Y os preguntaréis
por qué ahora os comento esto. Pues porque estoy orgullosa de mi hermano. Su
historia me ha hecho feliz, es un ejemplo para mí, y sirve para confirmar que,
aunque pertenecemos a una generación que creció con la idea que tendríamos trabajo
para toda la vida, somos capaces de ser despedidos, aceptarlo y encontrar
trabajo en menos de un mes. Sé que no es la situación de muchos, por supuesto,
no nos engañemos, pero me pregunto qué parte de influencia tiene en que se haya
dado esta situación el que mi hermano crea firmemente en sí mismo y en su
trabajo.
La actitud, la
pasión, la energía no están correlacionadas con la edad, ni están restringidas
a unos pocos, son cuestión de elección (1). Quizás nos hemos auto convencido de que la edad nos quita más que nos da,
y ya sabemos que no hay nada que cree más realidad que nuestro propio
convencimiento…
“En
1933, Franklin Roosevelt hizo una visita al juez Oliver Wendell Holmes, que
estaba leyendo un texto de Platón en griego. Cuando Roosevelt le preguntó por
qué leía en griego antiguo, Holmes (a sus noventa y dos años) le contestó con
aplomo: “Hombre, para mejorar la mente.””
(1) Podemos elegir mejor desde la preparación. Nadie dice que sea fácil,
hay que trabajárselo. Mi hermano se lo trabajó en su momento y ahora recoge los
frutos.