“[…] Al
andar se hace camino,
y al
volver la vista atrás
se ve
la senda que nunca
se ha
de volver a pisar […]” (1)
Eso no
pasa con los caminos que tomamos en nuestra mente. Cuando establecemos una
pauta de pensamiento, ésta se refuerza con cada “andar” por ella y toma consistencia.
Como
todo en la vida, esto es bueno en según que momentos, contextos o situaciones. Al
tener el camino “trillado” nos cuesta menos circular por él, y vamos más rápido
y de forma más eficiente. Pero surge el inconveniente cuando nos apetece o
necesitemos ir por otro camino, ya que este “trillado” nos atraerá con la
fuerza de un imán y nos costará desviarnos, nos requerirá compromiso y esfuerzo.
Es
importante darnos cuenta de este funcionamiento, reconocer sus ventajas y
conocer sus inconvenientes. Es fácil verse atraído a caminar por senderos
trillados o, sencillamente, transitar por ellos sin ser consciente, hasta que un
día nos sorprenda llegar donde no teníamos intención de llegar y nos
preguntemos ¿y cómo he llegado yo a esto?
¿Te
gustaría sacar ventaja del “trillaje” esquivando los inconvenientes?
1.-
Pregúntate de vez en cuando ¿es este el camino que más me conviene aquí y
ahora? ¿Para qué lo tomo? ¿Para qué lo hago?
2.- Ten
establecido un entrenamiento de salirte de senderos trillados, para saber que puedes
y para conocer con qué te enfrentas. Escoge temas que sean sencillos, y ve
ganando práctica.
Si
nunca nos preguntamos, nos arriesgamos a que cuando nos lo pregunten oírnos
decir “porque aquí siempre se ha hecho así” o “pues no tengo ni idea”.
Si no
nos entrenamos, cuando toque cambiar un recorrido nos costará mucho más,
incluso puede que nos eche para atrás la falta de confianza en que podamos hacerlo.
Lo que
nos conviene es mantenernos ágiles y flexibles, reforzar nuestra imagen ante
nosotros mismos como capaces de cambiar cosas y, sobre todo, estar atentos a
cuando nos es útil seguir por el mismo camino y a cuando deja de serlo.
(1) Del
poema de Antonio Machado
No hay comentarios:
Publicar un comentario