“Tan irresistible era la fuerza del océano que lo arrastraba, que, para él, era tan impracticable respirar como volver la cabeza.”
Charles Dickens – Historia de dos ciudades –
Cuando
llegas a un punto en que la fuerza del océano te arrastra, es difícil tomar el
camino que sabes que te lleva a la orilla mientras luchas por mantenerte a
flote. Se requiere serenidad.
Lo
mismo pasa cuando ese océano no es océano de agua sino océano mental. Intentar llegar
a la orilla sin serenarse es poco menos que imposible. Pero es difícil romper
el ciclo ya que la sensación es que no tienes tiempo, que no puedes dejar de
hacer lo que haces, que no puedes permitirte salir de ahí, aunque intuyas que
seguir así te perjudica, tu instinto te lleva a continuar.
Hasta
que te convences de que el primer paso hacia salir de ahí es serenarte, evaluar
tus recursos y, si ya estás muy agotado, dejarte ayudar.
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