Escribo
este post a raíz de este párrafo (1):
“Algunas personas se fijan en los interesantes estados alcanzados durante una sesión de meditación (especialmente durante largos retiros), sin prestar mucha atención – si es que prestan alguna – al modo en que estos estados se traducen en cambios positivos y duraderos cuando regresan a su vida cotidiana. Esta supravaloración de los estados elevados los lleva a olvidar que el verdadero objetivo de la práctica consiste en la transformación duradera”
Esto
podemos aplicarlo a casi todo: cómo las formaciones o charlas generan un “estado
elevado” que luego se difumina en el día a día; cómo la práctica del ejercicio
físico genera un “estado elevado” y luego, en el día a día, perdemos esa “conciencia”
y nos “espachurramos”, …. Centramos nuestra atención en un estado efímero y nos
perdemos a la hora de trasladarlo al día a día, que es cuando más útil nos sería.
¿Y cómo
hacer para transformar estos estados en rasgos duraderos? El primer paso es que
te convenzas de que llevas el timón de tu día a día y quieras esa transformación.
Mientras todo sean excusas del tipo “ya lo haré cuando tenga tiempo” “ahora
estoy muy liado” “yo no puedo porque…” “si estuviera en la situación de
fulanito claro que podría hacerlo” etc… irán pasando días, meses y años, y con
cada año te costará un poco más de esfuerzo ponerte porque habrás consolidado una
forma de hacer que te será difícil romper.
(1) Estoy
leyendo el libro del que trata el artículo que menciono en el link:
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